jueves, 2 de enero de 2020

A UN POETA FUTURO, DE LUIS CERNUDA

No conozco a los hombres. Años llevo
De buscarles y huirles sin remedio.
¿No les comprendo? ¿O acaso les comprendo
Demasiado? Antes que en estas formas
Evidentes, de brusca carne y hueso,
Súbitamente rotas por un resorte débil
Si alguien apasionado les allega,
Muertos en la leyenda les comprendo
Mejor. Y regreso de ellos a los vivos,
Fortalecido amigo solitario,
Como quien va del manantial latente
Al río que sin pulso desemboca.

No comprendo a los ríos. Con prisa errante pasan
Desde la fuente al mar, en ocio atareado.
Llenos de su importancia, bien fabril o agrícola;
La fuente, que es promesa, el mar sólo la cumple,
El multiforme mar, incierto y sempiterno.
Como en fuente lejana, en el futuro
Duermen las formas posibles de la vida
En un sueño sin sueños, nulas e inconscientes,
Prontas a reflejar la idea de los dioses.
Y entre los seres que serán un día
Sueñas tu sueño, mi imposible amigo.

No comprendo a los hombres. Mas algo en mí responde
Que te comprendería, lo mismo que comprendo
Los animales, las hojas y las piedras,
Compañeros de siempre silenciosos y fieles.
Todo es cuestión de tiempo en esta vida,
Un tiempo cuyo ritmo no se acuerda,
Por largo y vasto, al otro pobre ritmo
De nuestro tiempo humano corto y débil.
Si el tiempo de los hombres y el tiempo de los dioses
Fuera uno, esta nota que en mí inaugura el ritmo,
Unida con la tuya se acordaría en cadencia,
No callando sin eco entre el mudo auditorio.

Mas no me cuido de ser desconocido
En medio de estos cuerpos casi contemporáneos,
Vivos de modo diferente al de mi cuerpo
De tierra loca que pugna por ser ala
Y alcanzar aquel muro del espacio
Separando mis años de los tuyos futuros.
Sólo quiero mi brazo sobre otro brazo amigo,
Que otros ojos compartan lo que miran los míos.
Aunque tú no sabrás con cuánto amor hoy busco
Por ese abismo blanco del tiempo venidero
La sombra de tu alma, para aprender de ella
A ordenar mi pasión según nueva medida.

Ahora, cuando me catalogan ya los hombres
Bajo sus clasificaciones y sus fechas,
Disgusto a unos por frío y a los otros por raro,
Y en mi temblor humano hallan reminiscencias
Muertas. Nunca han de comprender que si mi lengua
El mundo cantó un día, fue amor quien la inspiraba.
Yo no podré decirte cuánto llevo luchando
Para que mi palabra no se muera
Silenciosa conmigo, y vaya como un eco
A ti, como tormenta que ha pasado
Y un son vago recuerda por el aire tranquilo.

Tú no conocerás cómo domo mi miedo
Para hacer de mi voz mi valentía,
Dando al olvido inútiles desastres
Que pululan en torno y pisotean
Nuestra vida con estúpido gozo,
La vida que serás y que yo casi he sido.
Porque presiento en este alejamiento humano
Cuan míos habrán de ser los hombres venideros,
Cómo esta soledad será poblada un día.
Aunque sin mí, de camaradas puros a tu imagen.
Si renuncio a la vida es para hallarla luego
Conforme a mi deseo, en tu memoria.

Cuando en hora tardía, aún leyendo
Bajo la lámpara luego me interrumpo
Para escuchar la lluvia, pesada tal borracho
Que orina en la tiniebla helada de la calle,
Algo débil en mí susurra entonces:
Los elementos libres que aprisiona mi cuerpo
¿Fueron sobre la tierra convocados
Por esto sólo? ¿Hay más? Y si lo hay ¿adonde
Hallarlo? No conozco otro mundo si no es éste,
Y sin ti es triste a veces. Ámame con nostalgia,
Como a una sombra, como yo he amado
La verdad del poeta bajo nombres ya idos.

Cuando en días venideros, libre el hombre
Del mundo primitivo a que hemos vuelto
De tiniebla y de horror, lleve el destino
Tu mano hacia el volumen donde yazcan
Olvidados mis versos, y lo abras,
Yo sé que sentirás mi voz llegarte,
No de la letra vieja, mas del fondo
Vivo en tu entraña, con un afán sin nombre
Que tú dominarás. Escúchame y comprende.
En sus limbos mi alma quizá recuerde algo,
Y entonces en ti mismo mis sueños y deseos
Tendrán razón al fin, y habré vivido.

De "Como quien espera el alba" ( 1941-1944)

martes, 31 de diciembre de 2019

FANTASÍA VESPERTINA, DE FRIEDRICH HÖLDERLIN




Humea el hogar del sobrio labrador
que se sienta plácido a la sombra de su cabaña,
 ya suena hospitalaria para el viajero
 la campana vespertina en la aldea apacible,


 también ahora deben de volver los barcos al puerto,
 en ciudades lejanas donde se diluye gozoso el bullicio
 negociador del mercado y luce en el cobertizo tranquilo
la cena comunitaria para los amigos.


¿ Adónde iré? Viven los mortales
 del salario y trabajo,  alternando esfuerzo y descanso
 todo es gustoso, ¿por qué entonces jamás
 se duerme en mi pecho la espina?


 En el cielo de la atardecida florece una primavera
 de rosas incontables y el mundo de oro
 parece sereno. ¡Oh,llevadme allá
 nubes de púrpura! ¡ Así se deshagan,


en luz y aire,  mi amor y mi pena!
Pero como espantado de la súplica insensata, huye
el encanto, oscurece, y quedo solo,
bajo el cielo como siempre.

¡Ven ahora tú, dulce sueño ! Codicia demasiado
mi corazón.¡Te irás de una vez, juventud
inquieta y soñadora!
La vejez viene luego apacible y serena.



SU CUERPO ERA SU GOZO, DE BEATRIZ GIMENO



La novela de Beatriz Gimeno, inspirada en una historia real de la que se hizo eco la prensa escrita en diciembre de 2001,  consigue lo que no había encontrado en ninguna otra novela cuyo tema o trasfondo sea la dictadura franquista: la reproducción de un  ambiente opresivo, gris, irrespirable, mórbido, clautrofóbico que se mete en los huesos desde la primera página.   La dos protagonistas de la novela viven esa represión en carne viva, sin que se les dé respiro, porque el terror se interioriza y la mirada de los demás es carcelaria.

Lo que no debió ser más que una historia de amor de  dos mujeres que  se quieren desde su infancia  y deciden vivir juntas se convierte en una historia de inmenso  dolor.  Condenadas a una relación clandestina, que irremediablemente se hace pública, sufren los ataques furibundos de sus propias familias, la venganza prepotente de los hombres que no admiten su rechazo, la actuación de los psiquiatras torturadores de la época...  Aislarse es el único método de defensa que se les ocurre a estas dos mujeres, evitar a toda costa que se abra un resquicio por el que alguien puede penetrar en su intimidad y destruirlas. Porque además de ser una historia de amor prohibido y perseguido, la novela es también una historia de soledad. Impresiona esa relación en que el amor excluye cualquier otro vínculo, esa cárcel de amor que intentan crear Ali y Luz. Pero en esa cárcel ni siquiera son dueñas de las palabras; no se  atreven a ponerle nombre a su relación, porque el lenguaje también es del poder, que decide lo que se puede nombrar y lo que no, y el  nombre de su relación está inscrito en el código penal  y no solo en el moral.

Como no podía ser de otra manera, la novela trata también de la situación de la mujer en la España franquista. Si bien sus familias responden con un repudio más o menos duro, no se trata de  las dos familias más  ultramontanas que podían encontrarse en el país. Ambas han dado estudios universitarios a sus hijas, pese a lo mal visto que estaba este hecho en la década de los 50. En el caso de Luz,  el padre le da a su hija unos estudios universitarios que hubiera deseado dar al hijo que no tuvo. En el caso de Ali, también es el padre el que impulsa esa decisión de la joven pero por  una preferencia emocional que la antepone  a su hijo, quien  siempre estará resentido por esa preferencia inexplicable socialmente.  Significativamente, ambas familias llegarán a pensar  que la raíz de la sexualidad "torcida y perversa" de sus hijas  está en haberles dado una posición que las masculinizaba, que las sacaba peligrosamente del recto camino, el único para una mujer: casarse y tener hijos, atender al hogar. 

Sin duda, una novela recomendable  para que no se nos olvide lo que un día fue, y lo que nadie nos asegura que no pueda volver a ser.



domingo, 29 de diciembre de 2019

TERRA ALTA, DE JAVIER CERCAS

Antes de empezar una novela tendría que recordar aquello que decía el escritor portugués Gonçalo Tavares: quien  lee libros  malos piensa que es inmortal. Se podrá objetar que uno no sabe si un libro es malo o bueno hasta que  lo lee, y  que en todo caso, es un asunto subjetivo.  Poco que añadir salvo  que hay premios literarios, como el Planeta, que nunca han apostado por la buena literatura y sus riesgos, y en su derecho están, que lo suyo es vender y obtener beneficios.  Así que leer Terra Alta, de Javier Cercas, era un pecadillo del que era consciente. La novela no ha defraudado mis expectativas: es mala. Cercas tiene derecho a pensar en su bolsillo y escribir una novela para llenarlo. Los lectores tenemos derecho a alguna pataleta. 

     Toda la novela tiene  tufillo a encargo. ¿Qué triunfa ahora?: la novela policiaca. ¿Qué autor es conocido en nuestra geografía? Javier Cercas. ¿Qué premio se consulta para hacer los regalos de Navidad? El premio Planeta.  Un buen negocio.

    Sin duda, Cercas no necesitaba un manual de “cómo escribir una novela policiaca”, ha debido de leer unas cuantas con aprovechamiento.  Ha seguido los tópicos del género a la perfección. Para crear al detective búsquele usted una afición rara para un poli y unas cuantas manías, un pasado tormentoso, un historia de amor que se frustra, una hijo, preferentemente una hija, un secreto,  una amor a la justicia muy en lo hondo, una cierta tendencia a tomarse la justicia por su mano… Para la escena del crimen inspírese en Pierre Lemaître si necesita truculencia. Como está usted en España, que algún hilo conecte con la Guerra Civil. Como necesitará darle suspense cuando el truño decaiga,  corte una escena en su momento de supuesta  tensión, y vuelva 30 páginas después para contar que no ha pasado nada. Recuérdenos de vez en cuando que estamos en Terra Alta y no en Cerdeña, déle color local… La historia pasa dentro de la Historia, pero no se meta usted en profundidades, aunque, por supuesto,  el protagonista está siempre en el lado bueno de la Historia.En algunas páginas , la novela toma un poco de vuelo, pero es gallináceo. 

     Supongo que Cercas  tendrá muchas reseñas elogiosas. Lo bueno de escribir en un blog que leen cuatro gatos es que me puedo permitir la sinceridad, que nunca hay que confundir con la verdad.  

P.D. Que el nuevo año nos depare otro Planeta mejor .

sábado, 28 de diciembre de 2019

CANCIÓN DULCE, DE LEILA SLIMANI




Historia aterradora escrita con un estilo sencillo, elegante, sin estridencias. Leila Slimani se atreve  en “Canción dulce “con una estructura circular que es una apuesta arriesgada. Sabemos  el final de la novela  desde el principio, es  decir, nos sirve como primer plato el espeluznante asesinato de dos niños, y a su culpable, la niñera. Es la misma estructura que utilizó Pierre Carrère en El adversario  o Ruth Rundell en La mujer de piedra, con la que tiene muchas concomitancias. Seguramente la última novela de Katixa Agirre Las madres, no, está influida por la novela de Slimani, aunque la autora vasca no consigue mantener la tensión a la que esta estructura obliga si se quiere mantener el interés del lector.



El argumento en sí es también de los trillados, lo que requiere unas dosis de originalidad mayor  en el estilo y la atmósfera narrativa que envuelve al lector: una familia de clase media formada por un joven matrimonio (Myriam y Paul) y sus dos niños ( Mila y Adam) pasa por una crisis. Myriam, una brillante licenciada en   Derecho, se había quedado al cuidado de los niños mientras Adam estaba inmerso en una carrera profesional brillante. Myriam, pese a las reticencias de su marido,  decide iniciar su carrera profesional en el gabinete de un compañero de carrera. Esto crea la necesidad de contratar a una niñera. Cuando contratan a Louise creen haber encontrado a la niñera perfecta. La dedicación plena de Louise y su buen hacer como niñera y como ama de casa, liberan a  Myriam y a Paul de cargas y de preocupaciones; les permite centrarse en sus carrera y recuperar tiempo de ocio y relaciones sociales.Todo parece ir bien, por lo tanto. Louise es adorada por los dos niños y admirada por los padres. Sería el paraíso en la tierra si no fuera porque Louise se aferra a ese trabajo para huir de la soledad, de la desesperación, de la exclusión social brutal, de la depresión y de una desequilibrio mental cuya primera manifestación es su obsesión por el control de lo doméstico, su obsesión por la limpieza y el orden. Louise no tiene vida propia, ni un solo vínculo que la una a la tierra, ni una sola oportunidad de integración social para no acabar en la calle.

El talento de Leila Slimani consiste en que la necesidad de saber del lector va en aumento, obliga a este a una observación minuciosa del comportamiento de la niñera y a percibir las señales del desastre en pequeñas cosas que suelen pasar desapercibidas. La tensión aumenta porque el lector siempre tiene más información, más perspectiva que Myriam y Paul, y que los niños, por supuesto. Vemos cómo se va gestando la amenaza y como, sin quererlo, la pareja la precipita.
Otro reto que supera bien Slimani es el de no presentarnos a la niñera como un monstruo. Ciertamente la niñera acaba dando miedo, pero también da miedo que nuestras sociedades lancen a la nada social absoluta a este ser dispuesto a una entrega total para evitar el infierno de su exclusión, de su soledad y finalmente de la locura.
Les recomiendo vivamente la lectura de esta novela. Nada de lo que se diga en una reseña puede “spoilearla”, solo leyéndola se puede entrar en esa atmósfera enrarecida e inquietante que la autora crea con un estilo impecable.



martes, 24 de diciembre de 2019

Navidad y Literatura

Se acercan las Navidades y algunos las esperarán con alegría;  otros, con melancolía; quizá otros con temor o indiferencia. Días de reuniones familiares, que no siempre acaban bien, días en los  que las ausencias se agrandan y la soledad es una especie de maldición para tantos;  días que son el retorno imperfecto del pasado. La Literatura -no podía ser de otra manera- no ha desaprovechado las posibilidades narrativas que ofrecen estas celebraciones. Aquí les propongo varios títulos:
  1. Léxico familiar, Natalia Ginzburg
  2. Ordesa, Manuel Vilas
  3. ¿Qué vas a hacer con el resto de tu vida? Laura Ferrero
  4. Cuento de Navidad, Charles Dickens
  5. Navidades trágicas, Agatha Christie
  6. Papá Puerco,  Terry Pratchett
  7. Un regalo de Navidad, Stevenson
  8. Permafrost, Eva Baltasar
  9. Duelo de alfiles, Vicente Valero
  10. Navidad en las montañas, Ignacio Manuel Altamirano
  11. Mujercitas, Louisa May Alcott
  12. El pasado vuelve a Connemara, Anne Perry
  13. Noche de paz, Mary Higgins Clark 
  14. El ladrón de la Navidad, Mary Higgins Clark
  15. Las aventuras del carbunclo azul, Arthur Conan Doyle
  16. La dama del lago, Raymond Chandler
  17. La Navidad de Maigret, Georges Simenon
  18. Una Navidad diferente, John Grisham
  19. Una madre, Alejandro Palomas
  20. Un extraño en París, William Somerset Maugham
  21. El cuento de Navidad de Auggie Wren, Paul Auster
  22. Brooklyn, Colm Tóibín
  23. Días de Navidad, de Jeanette Winterson
  24. Cuento de Navidad, de Guy de Maupassant
  25. Cuento de Navidad, de Vladimir Nabokov 
  26. Cuento de Nochebuena, de Rubens Darío
  27. La Nochebuena de Encarnación Mendoza, de Juan Bosch
  28. Nochebuena del jugador, de Emilia Pardo Bazán
  29. Las cartas de Papá Noel, de J.R.R: Tolkien
  30. Navidades en Cold Comfort  Farm, de Stella Gibbons
  31. El ángel más tonto del mundo, Christopher Moore
  32. Tres cuentos:  Un recuerdo navideño, Una Navidad, El invitado del día de Acción de Gracia, de Truman Capote





domingo, 22 de diciembre de 2019

BROOKLYN, DE COLM TÓIBÍN: UNA NOVELA EXCELENTE

 En un momento de la historia, el narrador cuenta que los personajes se entusiasman con una película recién estrenada: Cantando bajo la lluvia. Estamos, por lo tanto, en 1952. Eilis Lacey, la joven protagonista, no encontraba   trabajo en su Irlanda natal y alentada por su hermana Rose, había emigrado a los EEUU, a Brooklyn en busca de una vida mejor, como tantos irlandeses. Antes que ella habían partido a Inglaterra sus tres hermanos varones. Muchacha seria y responsable, trabajará en unos grandes almacenes y estudiará contabilidad con la aspiración de pasar del trabajo de tienda al de oficina. Proyectos humildes para una persona humilde; sin embargo, la vida le demostrará que ni siquiera es  dueña de estos.

     Con estilo fluido, sin alaracas estilística, Colm Tóibín nos cuenta una magnífica  historia de aprendizaje y de desarraigos. Eilis pasa por todas las fases del emigrado: desorientación, tristeza, depresión, proceso de adaptación, proyectos de futuro. Sin embargo, una noticia inesperada le hace volver a Irlanda, a su casa natal. Y se inicia el  proceso de readaptación, porque nadie vuelve como se marchó. La historia tiene un giro final sorprendente que deja un regusto melancólico, y que plantea el tema de la construcción de la identidad, siempre latente en la novela. 

      Interesante también es la ambientación en el Brooklyn de la posguerra, una ciudad en crecimiento que recibe a miles de emigrantes, especialmente italianos e irlandeses,   y en la que se ve el empuje de la sociedad de consumo, individualista y atomizadora. Es por ello que los personajes sufren una nostalgia difusa del mundo que perdieron  y para el que realmente no existe viaje de vuelta.






viernes, 20 de diciembre de 2019

LAS MADRES NO, DE KATIXA AGIRRE

Me parece muy bien que la literatura se ocupe de temas que no han despertado el interés de los escritores varones. Ma parece bien, por tanto, que Katixa Agirre nos acerque a la vivencia de la maternidad desde un punto de vista que se aleja por completo  de la visión, o si se quiere, de la ceguera o la deformación de la pluma masculina. Sin embargo,  es mucho decir que sea una autora original. Hay muchas escritoras que le han clavado  el diente al tema de la maternidad desidealizada  con obras de gran calidad, como las de Vivian Gornick. Por no hablar de que todas las ideas que recorren la novela de esta novela  se han prodigado en ensayos, estudios y artículos desde que el feminismo empezó a dar sus primeros pasitos. Para mí, Aguirre, a estas altura de la Historia, no rompe ningún tabú: hace tiempo que sabemos que la maternidad no es ese sueño de hadas con el que intoxicaban a las niñas,  que no es un estado de perpetua felicidad, abnegación y entrega. Katixa nos viene a contar los que ya sabemos: que  las mujeres viven sentimientos contradictorios y más turbios de lo que la idealización de la maternidad dice: las mujeres se deprimen, a veces detestan a sus vástagos, se aburren, sienten que pasan a ser la madre de...  perdiendo su identidad, no son entendidas por su entorno, que no recibe bien ni sus tristezas ni sus bajones. ¿De verdad esto es algo nuevo para alguna mujer? ¿De verdad no se atreven todavía a expresar estos sentimientos? 

Por lo demás no es suficiente hablar de un tema que se cree arrinconado, ninguneado en la  literatura para  escribir una buena novela.  Técnicamente la novela es deplorable. La protagonista es una  escritora que se propone investigar y escribir sobre una joven madre que ha matado a sus dos hijos. En ese proceso reconoce en ella misma, madre reciente,  pulsiones destructivas. No estaría mal el planteamiento  si la autora no nos mareara con el proceso de buscar la información y sus divagaciones sobre ella. Cansa ya el truco del escritor que narra el proceso mismo de su escritura y su investigación.  Más cuando esa investigación no despierta interés por el personaje investigado.  Llegamos al final no sabiendo por qué Alice mató a sus hijos: que el lector se las componga. Para  este viaje a ninguna parte no se necesitan tantas alforjas.  Si el crimen no es más que la forma extrema en la que deriva la  depresión postparto, es un error  engañar al lector prometiéndole  una trama de suspense que desvelará  algo desconocido.

En fin, novela cansina, de lectura fácil, solo indicada para aquellos que a estas alturas no se hagan idea de lo mal que lo pasan  las madres cuando descubren en ellas sentimientos  mucho más feos y turbadores que los que les enseñaron en películas , novelitas o revistas rosas. También indicado para madres jóvenes que no tengan amigas lo suficientemente amigas para contarles la verdad de sus emociones.



domingo, 8 de diciembre de 2019

EL PROBLEMA DE LOS TRES CUERPOS, CIXIN LIU





Nunca hubiera leído "El problema de los tres cuerpos" de Cixin Liu de no haber sido propuesto por el Club de Lectura  Ciervo Blanco ( Madrid, Residencia de Estudiantes). La Ciencia ficción tiene sus adeptos y adictos , y también  sus acérrimos detractores. En mi caso, he leído algo de este género sobre todo en forma de distopías;  menos la  ciencia ficción bélica e hipertécnica, ese  despliegue de batallas con tecnologías fantasiosas en las que prima la acción.

 El problema de los tres cuerpos es una lectura amena, pese a sus muchos defectos. El primero es el  largo preámbulo en que asistimos al fanatismo desatado en China  durante su  Revolución Cultural. Sirve, sin duda,  para explicar la situación de la investigación científica en China, los recelos de la población hacia los intelectuales (incluidos los científicos)  y para crear a la protagonista como un ser fuertemente motivado para traicionar a su propio país, y preparado para odiar a la humanidad misma. Pena que el  interés de  la trama esté mal dosificado:  hay demasiadas páginas digresivas, demasiado repetición, demasiados momentos narrativamente injustificados. Por otra parte, los personajes son  esquemáticos, funcionales, estereotipados: en cierta medida, parecen personajes de cómic. Tampoco  hay buenas tramas secundarias que ramifiquen el interés del lector. 

La novela se puede leer sin saber gran cosa de Física, aunque ciertamente ayuda tener algunas nociones del irresoluble  problema de los tres cuerpos,   que da título a la novela, de  la relación gravitacional  entre los cuerpos en órbita, de la teoría de las cuerdas y sus 11 dimensiones, de la investigación sobre partículas subatómicas, sobre  la velocidad de la luz... Con todo, como ciencia ficción que es,  se extralimita hacia escenarios no previstos ni por la ciencia teórica más especulativa, como en la escena del desdoblamiento del protón. 

Por lo demás, la obra  cobra interés cuando se instala en el  tema eterno de la novela de ciencia ficción: la humanidad está en peligro,  primero por sus divisiones internas , después porque tendrá que enfrentarse a una fuerza desconocida. No digo más por no "spoilear" la trama. Hay novelas cuyo placer no depende de saber o no saber cómo acaban; hay otros, de entretenimiento, en que los "spoiladores" merecen recibir un bombardeo de palomitas de los lectores.

El invierno viene muy frío; este tipo de novelas está bien para combatir el tedio cuando no queremos que  perturbe nuestro  reposo el problema  de otros cuerpos.

sábado, 16 de noviembre de 2019

JAMÁS EL FUEGO NUNCA, DE DIAMELA ELTIT





Soberbia novela  de Diamela Eltit. No es un texto para buscadores de literatura de evasión, de lectura rápida, de argumentos llenos de peripecias y de pasiones distinguibles y digeribles. La escritora chilena, gran admiradora de Samuel Beckett,  nos ofrece un texto duro, de lenguaje seco y antirretórico, cuyo argumento se puede reducir a unas líneas: una pareja de militantes comunistas durante la dictadura de Pinochet viven en algún momento de principios del  siglo XXI  encerrados en una diminuta habitación; allí luchan entre sí por imponerse el  discurso político de un pasado fracasado y asisten a la inexorable decadencia de sus cuerpos y de su antigua relación amorosa.

Desde luego la novela puede entenderse como el certificado de un doble fracaso: el  fracaso de la lucha  política de la izquierda chilena desde la dictadura de Pinochet hasta los primeros años del siglo XXI ,  y el  fracaso del  feminismo que quería cambiar las relaciones de pareja con un discurso enraizado en  mayo del 68.  Y es que el poder y la dominación son dos temas que interesan especialmente  a Diamela Eltit. Es más, sus novelas se iluminan extraordinariamente si tenemos en cuenta la influencia que sobre la autora han tenido dos pensadores franceses, Michel Foucault y Pierre Bourdieu.

Michel Foucault disintió del esquema  binario marxista  del poder según el cual una clase dominante (la burguesía) oprime  a una clase dominada (el proletariado). Para Foucault, sin negar la existencia de dicha dominación, el poder se ejerce en la sociedad de una manera capilar, o dicho de otra manera, todas las relaciones son relaciones de poder: las que se dan en la familia,  en la pareja,  en la escuela, en el  hospital,  en un taller,  en un partido político, en un sindicato,  en un grupo de amigos, en un equipo deportivo... En todas ellas hay un lucha por hacerse con la significación de las palabras. En ese sentido, el lenguaje  es siempre una herramienta de poder. Para explicar cómo se ejerce el poder, Foucault  utilizó, en su obra Vigilar y castigar, la imagen del panóptico de Bentham. En el XVIII se proyectó crear  en las cárceles una torre central con cristales espejados desde la que se pudieran vigilar todas las celdas. Los individuos, al no saber si los estaban vigilando o no, se comportaban  siempre con el miedo de serlo e interiorizaran la disciplina. Este modelo es, según Foucault, común a todos los sistemas de control y vigilancia. Por supuesto, ningún poder renuncia a dominar por medios físicos directos cuando lo cree necesario.

Por su parte, Pierre Bourdieu, que compartía muchas ideas de Foucault, va a hacer mucho hincapié en la dominación simbólica, mucho más difícil de detectar por los dominados;  es más, la dominación simbólica funciona porque los dominados colaboran con ella voluntariamente, que no es lo mismo que decir libremente. Por lo tanto los dominados defienden  el imaginario colectivo que los oprime. En ese proceso de simbolización el lenguaje ocupa un lugar central.

En  Jamás el fuego nunca  Diamela Eltit disecciona  la dominación teniendo en cuenta lo aprendido de esos dos pensadores:

1. El poder de la dictadura. Indudablemente el poder de la dictadura se expresa en todas sus formas: vigilancia, persecución, brutalidad física, violaciones.

2. El poder dentro de la pareja: la protagonista lucha por no asumir el papel subordinado tradicional, pero fracasa.

3. El poder dentro de la célula revolucionaria. En las células revolucionarias clandestinas, la manipulación y la lucha por los roles es continua.

4. El poder sobre los espacios.  El espacio es además de real, simbólico. La minúscula habitación que ocupan los dos personajes  es un verdadero campo de batalla por la  apropiación de cada metro. La protagonista  ha de encogerse en la cama para dejarle a él mayor espacio y es relegada a un rincón para hacer sus cuentas. Su lugar es la minúscula cocina, obedeciendo en ello al imaginario colectivo. 

5.El poder en las relaciones laborales. Una vez a la semana la protagonista  asiste a un anciana inválida a la que su familia no asea.  Lo que no hace la familia por asco, ha de hacerlo la protagonista por una miseria que solo le da para llevar a casa arroz, pan, y cigarros para su marido. De ese sueldo además ha de sacar dinero para hacerse con los productos del aseo de la anciana.

6. El poder del lenguaje. Por una parte, los grupos revolucionarios no consiguieron que su lenguaje fuera aceptado e interiorizado por la sociedad como parte de un nuevo imaginario colectivo;  por otra, el mismo relato de ese pasado es motivo de pugna entre los dos personajes. Es el marido el que más veces pronuncia  "cállate" a su pareja. También se impone él con su silencio al negarse a aclarar acontecimientos fundamentales del pasado de su relación. 

7.El poder sobre los cuerpos. Los cuerpos se deterioran rápidamente pese a la resistencia que oponen a ello los sujetos. No es solo la naturaleza la que se impone sino también  la carencia de instrumentos para que no se acelere y no cause tanto sufrimiento. Los protagonistas no pueden acudir a los hospitales, no tienen  dinero para medicinas. El hospital es otro lugar de poder que los amenaza como ocurriera cuando no llevaron a su hijo enfermo sabiendo que harían caer y morir a toda la célula.

Una gran novela que bien merece una relectura.



sábado, 2 de noviembre de 2019

SEÑOR DE LAS PERIFERIAS, DE JESÚS MONTIEL

Señor de las periferias de Jesús Montiel es una de esas delicadas joyas que de tarde en tarde  nos reconcilia con la lectura. No importa mucho saber si es una biografía poética o una novela biográfica de Robert Walser. Lo importante es el latido poético y auténtico que ha conseguido darle Montiel a sus palabras.

Nadie que haya leído las páginas de Señor de las periferias permanecerá indiferente  a la figura del poeta   suizo aún poco conocido entre nosotros y,  sin duda, sentirá una gran curiosidad por  su obra. He de confesar que de Robert Walser he leído únicamente “El paseo” por imposibilidad de encontrar ninguna otra obra traducida. Después de leer la obrita de Montiel, no me cabe duda de que el gran atractivo  de  Walser es esa hipersensibilidad que le impidió adaptarse a un mundo que, en realidad,  deforma profundamente  a los seres humanos, los aleja de la naturaleza y los hace trizas en una vida cuyo tiempo está concebido como una maquinaria económica a cuyas exigencias y aceleración constante nadie puede escapar,  salvo los niños, los locos y los poetas; sobre todo los poetas que por no dejar nunca el asombro ante la vida de los niños fueron encerrados por locos.

P.D. 1 Le agradezco mucho a mi amiga M.J. habérmelo dado a conocer en su blog.

P.D. 2 Les dejo una página del libro de Montiel que me parece extraordinaria:



viernes, 1 de noviembre de 2019

FUERZAS ESPECIALES, DE DIAMELA ELTIT



En poco menos de doscientas páginas, Diamela  Eltit describe la desintegración y destrucción   de las vidas de  unos individuos  encerrados en  los bloques  de un barrio marginal, sometidos a las incesantes agresiones policiales de la fuerzas especiales.  La narradora es una joven que gana unos pesos  prostituyéndose  en el cíber del edificio y permite disminuir el hambre  a su menguante familia que, enferma y destrozada anímicamente, no tiene fuerza ni para levantarse de la cama.  Las únicas personas con las que intercambia algunas palabras  son Omar, otro joven que se prostituye en el Cíber,  el dueño de este, Lucho,, y el vendedor de fricas.

La novela no tiene un argumento en el sentido clásico; Eltit parte de una situación de acoso y violencia que va aumentando en  intensidad desde ese punto inicial ya muy elevado. Dicho con una metáfora, la autora sube y sube los grados  a un caldo  amargo que estaba desde el principio a altísima  temperatura. 

Esos bloques  vigilados y  acosados violentamente  por la policía podrían estar en cualquier parte del mundo industrial,  si bien la forma de hablar de los personajes y algunas referencias los sitúan en Chile. Seguramente la  falta de  localización precisa es algo intencionado. Parece haber una tendencia en la literatura latinoamericana a prescindir de ubicaciones reales, concretas. Hace poco leía una novela de Mario Bellatin, Salón de Belleza, que también recurre  a un espacio cerrado y en cierta medida alegórico, que recuerda las novelas de Kafka.

Como en otras novelas,  también en esta a Diamela Eltit le interesa explorar  el tema del poder y la violencia en unos términos que muestran el gran influjo de  dos pensadores franceses:  el filósofo Michel Foucault   y el sociólogo Pierre Bourdieu. 

 Según Foucault el poder es obicuo, está presente en los intersticios del todo el entramado social. La violencia es  ejercida por  unos   policías  ocultos  tras sus cascos  que a su vez obedecen las órdenes de instancias superiores cuyo rostro queda absolutamente velado. Sin embargo, el pesimismo que se respira en la novela no procede de esa violencia, sino del descubrimiento de que las relaciones entre estos seres acosados son también relaciones de poder y de violencia : lo son las relaciones  entre vecinos que se espían, se insultan o  se esquivan, se agreden y se explotan sexualmente;  lo son las  del padre  que desprecia a las tres mujeres con las que convive, lo son las de Lucho, el dueño del Cíber que actúa de proxeneta con sus antiguos amigos.

 Por otra parte, contrariamente a lo que afirmaba  Foucault no todo poder genera resistencia. El poder y la violencia  sobre la familia y el barrio se han ejercido con tanta  profundidad que se han roto sus resistencias históricas, sin que se atisbe ninguna reacción posible.  Los individuos se aferran en un principio  a la familia por un instinto básico  de supervivencia,  pero acaban por descubrir que solo se tienen a sí mismos, o mejor dicho,  que no se tienen ni a sí mismos.

 Como en otras de sus novelas, en Fuerzas especiales la autora constata la atomización y disgregación  de los grupos humanos, sea la familia, el barrio, la clase social. Los antiguos grupos humanos de resistencia han sido invadidos por el imaginario dominante; han perdido su propio imaginario colectivo, y han quedado inertes contra su opresores, reproduciendo además entre ellos  las mismas reglas de dominación. 

Por otra parte, que Diamela  Eltit haya elegido como narradora a una mujer joven es también significativo: la protagonista es el epicentro de todos los círculos de violencia: sufre la violencia de su familia, la violencia policial, la violencia de sus “amigos”, la violencia sexual, y la que  Pierre Bourdieu llamaba violencia simbólica;  incluso cuando ella quiere “liberarse” con las imágenes del ordenador no hace sino ser cómplice involuntaria de su cosificación.

 Eltit recurre a un estilo directo y crudo; el lenguaje, como decía Bourdieu, es otra de las formas de la violencia simbólica, y así lo vemos utilizado entre los personajes. En una entrevista, manifestaba la autora el problema de la autenticidad de la voces,  la imposibilidad de hablar en nombre de otro, consciente de que como escritora puede ejercer también violencia simbólica a través de estereotipos de los que no sea consciente.  Pese a que no pretenda recrear la realidad y menos crear una hiperrealidad, Diamela Eltit ha tenido en cuenta continuamente las posibilidades expresivas de la protagonista, una joven de un barrio marginal, aunque no haya conseguido en todo momento la verosimilitud.

 No me cabe duda de que esta novela es espléndida, si bien no tengo claro si es fruto del pesimismo rampante de nuestra época o colabora con él. Como dicen algunos críticos, puede que haya mucha denuncia social en la novela , pero su efecto es más bien desesperanzador y paralizante.




domingo, 22 de septiembre de 2019

SALÓN DE BELLEZA, DE MARIO BELLATIN

Salón de Belleza, de Mario Bellatin, es una historia lacerante, enclaustrada  en  un pequeño  espacio, tanto en lo referente al libro ( una novela breve) como al espacio interior narrativo: un antiguo salón de belleza reconvertido en la  última morada de moribundos aquejados de una extraña peste. Ese moridero lo regenta un peluquero travesti y aficionado a los peces. Como si se tratara de un lazareto medieval,   el peluquero sin nombre impone sus reglas: solo admite a hombres, tienen que estar en la última fase de la enfermedad; no reciben atención de médicos ni de asociaciones filantrópicas;  no pueden ser visitados  por nadie, incluidos sus amantes y familiares; tienen derecho a un plato de sopa al día y no deben esperar ni compasión, ni empatía, ni ningún otra emoción consoladora. Si el peluquero siente simpatía por alguno de sus moribundo es para aprovecharse sexualmente de él.  Este individuo  ha pasado de un negocio que  le iba muy bien a otro que  le da beneficios y el poder absoluto sobre las normas.   Los enfermos reciben el mismo trato que  los peces de las peceras que un día adornaron el salón de belleza:  les da  de comer aunque puede que se le olvide hacerlo de vez en cuando ,  los limpia si se acuerda, les ve morir con indiferencia y los saca de la pecera-salón-moridero para arrojarlos  a la basura o a una fosa común.  Al final, el propio peluquero será víctima de la enfermedad y aceptará su destino sin ningún aspaviento.

La novela parece una terrible alegoría, una nueva danza en que la muerte  llega en figura apocalíptica, pero sin que haya una lección de Dios que los moribundos deban aprender antes de abandonar el mundo camino del infierno o del cielo. Solo existe el infierno, y está aquí. Y si no existe consolación del más allá  con sus promesas celestiales, tampoco existe consolación del más acá en forma de amor, empatía, cuidados paliativos, filantropía o  solidaridad. Bellatin presenta un mundo en el que no solo  Dios ha muerto , sino todas las creencias humanísticas.  El peluquero se ríe de las oenegés, de las hermanitas de la caridad, de las ayudas estatales y del sursuncorda. 

La muerte de un ser humano no se diferencia en nada de la de un pez, y por eso Bellatin hace un continuo narrativo en que va de peces a hombres sin transición alguna. Tan imperturbable  se queda el peluquero ante la crueldad de los peces que se devoran entre sí, como por  la crueldad de los hombres, que ni siquiera en las puertas de la muerte abandonan sus malas costumbres. Otra muestra de  esa crueldad es lo que ocurre en los baños de vapor adonde acude el peluquero de vez en cuando  o las calles donde ejerce la prostitución: allí la violencia es tan connatural como en una pecera. Al ser cruel, el peluquero sabe que está dentro de la lógica social, y que no tiene nada que reprocharse ni de lo que arrepentirse.


Podría ser que Ballatin esté refiriéndose aquí al sistema sanitario mexicano, incluso al sistema mexicano sin más. También puede leerse la obra  como una alegoría de nuestras sociedades capitalistas terminales cuyos “salones de belleza”, lugares ilusorios donde se lucha contra la decadencia y se adora lo superfluo,  se han convertido en morideros  sin fe y sin esperanza. En ellos, los guardianes de la pecera global, siguiendo su lógica de que todo es negocio, arrancan sus últimos beneficios a un mundo a punto de acabarse. Ellos, los últimos supervivientes, morirán de su propia peste cuando ya no quede ni un solo peluquero para  darles la sopa y limpiarles el culo.




domingo, 25 de agosto de 2019

ANTOLOGÍA POÉTICA, DE GIACOMO LEOPARDI



Con motivo del segundo centenario del nacimiento de Giacomo Leopardi ( Recanati, 1798 - Nápoles, 1837) la editorial Pre-textos publicó un antología poética de este romántico italiano, traducida y prologada por otro poeta, Eloy Sánchez Rosillo. El prólogo revela la pasión del traductor por la  poesía  de  Leopardi;  su traducción pone de manifiesto  su profundo conocimiento de  la  obra de este  y su  gran  sensibilidad.

Giacomo Leopardi es quizá el poeta  más dolorido y pesimista  del Romanticismo, puesto difícil de ocupar en una generación que vive la vida como  naufragio, para unos lento, para otros largo,  y la poesía como una tabla de salvación que acaba por quebrarse. No hay una relación mecánica y directa entre biografía  y poesía, cierto, pero es imposible no relacionarlas cuando los propios poetas hacen de sus sentimientos la materia para escritura. 

Leopardi nació en un pueblecito, Recanati, localizado  a unos 10 kilómetros de Loreto y  a unos 15 de la costa adriática, del  Porto Recanati. En aquella época , la localidad  formaba parte de los  Estados Pontificios. Su familia, perteneciente a la más  rancia aristocracia italiana, no va a ser una fuente  de cariño y felicidad para Giacomo. Seca y avara hasta la patología,  su madre se alegró de la muerte de uno de sus hijos recién nacidos por el ahorro económico que tal muerte proporcionaba. Ni que decir tiene que el ahorro en caricias y calor maternal fue total. No tuvo mejor suerte el poeta  con su padre, un tipo derrochador con el dinero,  rígido  moral e ideológicamente y carcelario con sus hijos; sin embargo,  por su afán erudito, formó una extraordinaria biblioteca  que alimentó el ansia desmedida de lectura de  Leopardi desde su más tierna infancia.  Durante la época napoleónica, la familia vivió arruinada, sometida a una austeridad asfixiante para  que no se conociera  su miseria de puertas para fuera. Por si esto fuera poco, el poeta  sufrió de tuberculosis vertebral, que le combó la espalda, y de raquitismo. Las muchas horas que desde la infancia dedicó al estudio y a la lectura acabaron dañando su vista. La formación de Leopardi es apabullante: con 15 años ya dominaba siete lenguas y escribía sesudos ensayos eruditos. Educado en un catolicismo fanático, perdió la fe tras la lectura de los enciclopedistas franceses. Sin embargo, nunca penetró en él la fe en el progreso de aquellos, por  cuyas ideas siempre sintió desprecio y  por cuyas buenas intenciones sintió compasión. A los 20 años compone sus primeros poemas; con 21 intenta fugarse de su casa, en la que prácticamente vivía prisionero, intento que abortó su padre, quien controlaba toda su correspondencia.  Para entonces su espíritu estaba poseído de ese pesimismo que los críticos han calificado de "cósmico". Su vida, a partir de 1822, se convierte en un círculo viciosos de huidas y regresos a Recanati: Roma (1822 y 1823), Bolonia (1825), Milán (1825), Florencia (1830), Nápoles (1833) ciudad en la que muere en 1837.

Para sobrevivir en estas ciudades, no contaba, como puede suponerse, del apoyo de sus padres. Se dedicó a dar clases particulares y contó con la inestimable amistad de Antonio Ranieri, quien sería su primer biógrafo  y quien evitó que el cuerpo de Leopardi acabara enterrado en una fosa común durante la epidemia de cólera que arrasó Nápoles en 1836 y 1837. Si poca fortuna tuvo Leopardi con su familia y con sus paisanos, que se burlaban de su cuerpo contrahecho y de su afición al estudio, poca  tuvo también  en el amor. Dos mujeres destacan por la repercusión que tuvieron en su poesía: Silvia,  nombre que encumbre  a Teresa Fattorini, hija de un criado de sus padres en el palacio de Recanati, y Aspasia, es decir, Fanny Targioni Tozzetti, una dama , liberal e inteligente, que brillaba en los salones de Florencia. Silvia murió muy joven de tuberculosis y a ella le dedica Leopardi, 10 años después, uno de sus poemas más bellos titulado "A Silvia" en el que melancólicamente recuerda aquel amor inocente y la incomprensión ante una naturaleza que acaba con sus propias obras, incluso las más bellas y jóvenes.  Aspasia, de la que estuvo enamorado sin esperanza alguna durante dos años, merece varios poemas que constituye "El ciclo a Aspasia".  No solo no correspondió nunca Fanny a Leopardi, sino que parece ser que lo hizo diana de burlas y desprecios. Hay un poema en que Leopardi manifiesta todo su resentimiento y dolor por esta desgraciada historia; se titula, precisamente, ASPASIA.

Si el desengaño  vital es una característica común a la mayoría de los poetas románticos, lo definitorio de Leopardi es su  desengaño  temprano  y su radicalidad. Todavía en su más famoso poema "El infinito" estaba  inmerso  en el encantamiento de la naturaleza nocturna y en la celebración de la imaginación  como superadora de los límites del espacio y el tiempo. Su soledad, que en su vida fue  más una imposición que una elección, todavía está llena de melancólica belleza en algunas de sus  poemas donde reina la luna, su compañera, la amada del poeta, como diría Machado.  Pronto, sin embargo, esa soledad será  un estar aparte, excluido de las sencillas alegrías del pueblo o de la inconsciencia de otros seres de la naturaleza, que no se preguntan por el sentido de sus existencias, ni saben de la muerte. La naturaleza, por  lo tanto, no es en la poesía de Leopardi, la madre acogedora, el refugio, la divinidad panteísta... o lo es muy pocas veces; por el contrario, la naturaleza es  cruel en su propia indiferencia hacia los humanos, a los que les tiene reservada, absurdamente, la muerte y aún peor que esta, el envejecimiento. En  el tema de la muerte  su poesía  anticipa  los tonos existencialistas de la poesía del siglo XX.    Ante el dictado irrevocable de la Naturaleza, le parecen ridículas las vanidades de los hombres, y sobre todas ellas, la de creerse dioses, genios, potencias creadoras. Incluso la Tierra  no es sino una mota de polvo en la infinitud del  Cosmos.  Leopardi ama la poesía, sí, pero no ve tampoco en ella un modo de sobrevivir a la muerte, de alcanzar una condición divina diferente a la del resto de los mortales. En uno de sus últimos poemas y uno de los más bellos,  "La retama o la flor del desierto", Leopardi concluye  que no cabe rebelión contra el poder de la naturaleza, simbolizada aquí por el Vesubio, ni menos un autoengaño que hace del hombre centro, rey y dios del universo.  Ante la naturaleza solo cabe la actitud de la flor del desierto, que resiste, pero que no combate ni disputa el poder a la naturaleza, e inclina su cabeza humildemente en el momento en que le toca morir, sin aspavientos. Es la aceptación.

Les dejo aquí unos enlaces  en los que pueden escuchar varios poemas recitados de Leopardi . Les recomiendo, sin embargo, leerlos también  en la cuidada edición de Pre-textos.

CANTO NOCTURNO DE UN PASTOR ERRANTE DE ASIA 

EL INFINITO 

A SILVIA

LA NOCHE DEL DÍA DE FIESTA 

LA RETAMA O LA FLOR DEL DESIERTO