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lunes, 10 de julio de 2017

EL CAPOTE, DE NICOLAI GÓGOL, UNA VERSIÓN LIBRE



Siempre me ha parecido que el cuento de este autor ruso tenía mucho de los cuentos para niños. Permítanme que se lo cuente  a mi manera y con las licencias que me han parecido oportunas y que Gógol me perdone.


"Había una vez un hombre, bajito y feo, que vivía en  un  lejano reino donde nevaba a paletadas y  hacía siempre frío. Su  madre, Marina Ivanova, lo había hecho bautizar con el nombre de Akaki,  sin saber -o tal ve sí lo sabía-  que una  maldición caería infaliblemente sobre quien portara de nuevo ese nombre: acabaría metido en una oscura covacha  del  Palacio de Invierno, cubierto de un capote harapiento y copiaría, hora tras hora, un legajo del Zar, siempre el mismo  legajo en que se dictaba  La Ley. La maldición se cumplió  puntualmente  el decimosexto cumpleaños de Akaki.

Desde el primer día al antepenúltimo de la vida trabajosa del copista ,  los bufones  y enanos  del Zar desfilaron   por delante  de su mesa  remedando el gesto de los emperadores ante el excitado público  del Coliseo ; el  pobre amanuense, ya añoso,   no pedía sino que le dejaran copiar y copiar y copiar en en paz . Ninguna queja más que esta y ningún deseo más que el que sabrán enseguida se le oyó proferir a Akaki. Solamente una vez, una noche en que se dirigía a su tabuco,   le asaltó un anhelo: quería sentir  el calorcito  del que hablaban  los transeúntes  que corrían  a sus casas  tras acabar su jornada de trabajo.

Una sastre,  conocido desde la noche de los tiempos como Gregorio,  iba a concederle  el deseo, no sin antes hacerle pasar a Akaki las de Tántalo. El caso es que al alba de un día de abril, el copista,  demacrado y lívido, se levantó a tientas de su camastro, encendió un fósforo  y  vio, deslumbrado, un capote de elegante paño en el gancho de la puerta donde hasta entonces había colgado su raído capote . La visión reapareció con cada cerilla hasta que Akaki creyó el hecho sin preguntarse por la causa, puesto que Akaki no estaba para filosofías . Al final, se vistió del capote y de inmediato sintió  que su cuerpo y su alma  ganaban en altura y corpulencia, incluso, si me apuráis, en belleza.

Entusiasmado, palpándose el pecho  con  sorpresa, se encaminó esa mañana  a la oficina como si fuera un hombre nuevo. Bufones y oficinistas suspendieron hostilidades y lo recibieron alborozados y bondadosos;  el propio  Soberano que- conjeturan- había suspendido su terrible   ley  por unas horas,  le permitió acudir a una fiesta en un saloncito de Palacio en cuya chimenea chisporroteaban  el roble y el sándalo.  Bebió, comió y fue dichoso.   Con las campanadas de medianoche, cuando el fuego aún danzaba con desverngüenza, Akaki,  poco trasnochador por naturaleza,  abandonó a hurtadillas la fiesta. Todavía un poco achispado, se encaminó al guardarropa en busca de su capote,  lo recogió del suelo donde alguien lo había pateado  y se sumergió de nuevo en la penumbra de las calles.

A cuatro manzanas del  Palacio, entre la tenue luz amarillenta de dos  farolas, unas sombras peludas le arrebataron el capote sin que de nada le sirviera revolverse  y revolverse como un pelele en la horca. Abatido, Akaki recorrió  durante tres días los despachos de jefazos y jefecillos  suplicándoles que  hicieran su deber para que él,  fiel copista  de su Majestad, recuperara su capote. Por fin, fue recibido  a regañadientes por  un  ministro,  íntimo consejero  del Zar, que no tardó en echarlo a empellones, puñetazos y patadas. Akaki salió de allí maltrecho de alma y de cuerpo.  No se sabe cómo logró llegar a su guardilla; dice su patrona que solo   sacó fuerzas  de  flaqueza por no acabar como perro sarnoso en  medio de la calle.  La noticia de su muerte no ocupó  ni preocupó  mucho tiempo  en los atareadas recámaras de Palacio. El Servidor de la Ley  había oído hablar del suceso  y había sentido como un amago de arrepentimiento por sus patadas , pero no sería sino  dos semanas después cuando iba a cobrar conciencia de su falta.

Una noche de abril, cuando El Alto Representante se dirigía a la casa de su amante Carolina Ivanovna , al pasar por el puente de Kalenik, se levantó un viento feroz que alzó su elegante capote. Se volvió enfurecido, como si el viento también estuviera bajo su jurisprudencia, y el horror paralizó los músculos de su rostro: como un espectro, Akaki  le sonreía sardónico mientras apreciaba el paño del capote del Señor Ministro, amigo íntimo de su Majestad: "Se parece mucho al mío, ese que usted no quiso recuperar y... yo necesito un capote",  reseñó fríamente y desapareció  súbitamente  tras los árboles de la noche.  En la capital del Reino, no quedó nadie que no especulara sobre las apariciones del Muerto y hasta se hizo un itinerario con chinchetas clavadas en el mapa de la capital.  Se habló de Akaki más de lo que se hubiera hablado en vida  aunque hubiera tenido siete.


Los transeúntes nocturnos  que se apresuraban  a refugiarse al calor de sus hogares volvían  su cabeza a los cuatro puntos cardinales, temerosos de la aparición del fantasma del copista. Innumerables capotes fueron arrebatados en los último días de abril. Sin que nadie supiera a qué atribuir el cambio, el Ministro de su Majestad hablaba en  un susurro respetuoso  a sus subordinados, como si temiera  que ellos también se convirtieran un en fantasmas robacapotes. Un día, nadie sabe precisar  cuál, el alma de Akaki descansó  en paz, aunque todavía hay  quien afirma que, de vez en cuando, vuelve a robar algún capote a los transeúntes  para que sepan,  aunque solo sea por unas horas, qué es el frío."

Aquí tiene el texto, muchísimo más valioso de Gógol

http://ciudadseva.com/texto/el-capote/

Y aquí un vídeo de Youtube donde pueden escucharlo:

https://www.youtube.com/watch?v=Q2wx0fM5lcw





miércoles, 5 de julio de 2017

10 MOTIVOS VARIOPINTOS POR LOS QUE LEER LA SONATA A KREUTZER DE LEÓN TOLSTOI





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Se me ocurren muchos motivos por los que leer esta novela de Tolstoi. Los más evidentes, como que es una obra de un autor universal  me los saltaré. Los animo a leer esta novela si se identifican con alguna de estas ideas:

1. Me gusta viajar en tren y leer novelas cuyos personajes...viajan en un tren.

2. Me interesa mucho saber  por qué y cómo se deterioran los matrimonios .

3. Me gustaría empezar a leer  buena literatura, pero no puedo con novelas de 500 páginas, ni siquiera de 300.

4.  He sentido en mi vida muy poderosamente los celos hacia mi pareja , pero no sabría expresarlos verbalmente. Quiero leer una obra en la que estén  muy bien descritos.

5. Leí la novela de Ana Karenina y me impactó. Quiero leer algo más de León Tolstoi.

6. Dicen que la mujer de León Tolstoi se ofendió mucho  con esta novela de su marido. Al parecer se vio reflejada en ella. Aunque es algo ocurrido hace muchas décadas,  me gusta este tipo de morbo.

7. Quiero regalar un libro a un amigo melómano. Seguro que me toca la sonata a Kreutzer en la próxima cita.

8. Quisiera leer una novela cuyo personaje tenga  una visión de la sexualidad muy diferente de la mía. No siempre voy a leer aquello que coincide con mis ideas.

9.Participo en una tertulia literaria y no sé qué libro proponer. Como hay hombres y mujeres en ella ,seguro que la  Sonata a Kreutzer enciende el debate. Igual hasta hay que avisar a los bomberos.

10. Voy de vacaciones a Rusia  y no está mal saber algo de su literatura.


lunes, 3 de julio de 2017

LA SONATA A KREUTZER, DE LEÓN TOLSTOI, UNA LECTURA QUE NO DEJA INDIFERENTE




La sonata a Kreutzer  de León Tolstoi



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     Han pasado más de tres décadas de mi primera lectura de La sonata a Kreutzer. En esos años, mi biblioteca ha sufrido cribas: muchos de los libros que pasaron por mis manos estarán hoy en otras sin que yo los haya echado de menos. Sin embargo, esta novela breve de Tolstoi  ha resistido en mis estanterías .

     Recordaba solamente que  sonaba en la obra una sonata de Beethoven que busqué  ardorosamente por Madrid en  un tiempo en  que no existían las facilidades de Youtube. No obstante, si  me hice el propósito de releerla, la debí de catalogar de muy buena o,tal vez, algo hubiera quedado pendiente en ese diálogo  que es toda obra literaria.  Me inclino por esto último. Por los subrayados que he encontrado en la vieja y defectuosa  edición  de SARPE, comprendo que  a aquella joven universitaria que era yo entonces la perturbó y la indignó la visión de la sexualidad del protagonista, trasunto inequívoco de un Tolstoi en crisis religiosa, ya viejo, y con una relación matrimonial, a lo que parece, infernal.  Hoy, 3 de julio de 2017, he alzado varias veces la ceja derecha al leer algunos párrafos de la novela,  pero  más por el intento de entender cómo se originan estas ideas  que por indignación. En  esta segunda lectura he pensado también que es una obra  estupenda para leerla en grupo, en una tertulia inteligente donde cada lector aporte su punto de vista, el que  nace de su experiencia lectora y humana, porque el tema planteado por Tolstoi  no ha, ni mucho menos ,caducado.

     Desde un punto de vista literario, veo  hoy el sermoneo de gran parte de la novela  como un gran defecto, propio de autores principiantes del Realismo, a quienes dominaba el  deseo de convencer de una tesis  y utilizaban técnicas literarias que sirven para su imposición. Durante muchos capítulos desaparece el gran novelista y aparece un predicador pesado y poco convincente, pese a toda la cancha que le da el autor al protagonista  no permitiendo que otros puntos de vista se le opongan seriamente: los otros personajes que se reúnen en el compartimento del tren, tras una pobre intervención,  se duermen o se apean, con lo que su presencia no enriquece en nada el relato.  En tono confesional el protagonista, Pozdnyshev, le narra su historia  a otro viajero del tren que lo escucha con empatía. El protagonista, tan convencido de que ha alcanzado una gran verdad, no lamenta sino que la sociedad corrupta y depravada  en la que vive no sea capaz de entenderla y vea en él solo un tipo movido por un sentido del honor convencional y melodramático. Afortunadamente, el gran novelista reaparece cuando el protagonista  rememora la escena en que su mujer y su presunto amante Trujachevsky ejecutan la sonata a Kreutzer. Luego,  su estado emocional alterado,  su viaje de vuelta a casa para sorprender a su mujer  con su amante, el estado de caos de la casa...todo está escrito magistralmente. Solo por esta parte merece la pena leer la novela e incluso releerla.