Humea el hogar del sobrio labrador
que se sienta plácido a la sombra de su cabaña,
ya suena hospitalaria para el viajero
la campana vespertina en la aldea apacible,
también ahora deben de volver los barcos al puerto,
en ciudades lejanas donde se diluye gozoso el bullicio
negociador del mercado y luce en el cobertizo tranquilo
la cena comunitaria para los amigos.
¿ Adónde iré? Viven los mortales
del salario y trabajo, alternando esfuerzo y descanso
todo es gustoso, ¿por qué entonces jamás
se duerme en mi pecho la espina?
En el cielo de la atardecida florece una primavera
de rosas incontables y el mundo de oro
parece sereno. ¡Oh,llevadme allá
nubes de púrpura! ¡ Así se deshagan,
en luz y aire, mi amor y mi pena!
Pero como espantado de la súplica insensata, huye
el encanto, oscurece, y quedo solo,
bajo el cielo como siempre.¡Ven ahora tú, dulce sueño ! Codicia demasiado
mi corazón.¡Te irás de una vez, juventud
inquieta y soñadora!
La vejez viene luego apacible y serena.