Alain Delambre, en otro tiempo exitoso director de recursos humanos al que no le faltaba ni el amor de su mujer ni el cariño de sus dos hijas vive, en cuatro años de paro, un descenso a los infiernos. A sus 57 años, cuando la desesperanza y las pulsiones violentas se van apoderando de él , es -contra toda lógica empresarial- admitido como candidato en un proceso de selección cuya última e inquietante prueba es el simulacro de una toma de rehenes. Delambre se aferra a esta esperanza como a un último cartucho y para conseguir ese empleo está dispuesto a todo, aunque ese todo incluya poner en peligro su relación con su mujer, Nicole, y con sus dos hijas. El juego de rol se va a revelar como un macabro juego de muerte…
Pierre Lemaître demuestra que un escritor europeo puede aprender mucho del trepidante thriller americano sin perder el gusto por el autoanálisis francés. Aúna bien la acción y la reflexión. La primera parte de la novela es magnífica: en ella el lector no puede sino preguntarse cómo lo transformaría a él una situación como la que vive Alain Delambre, un individuo representante de la clase media francesa que ni en sus peores pesadillas se hubiera visto reflejada a sí misma en el tipo que vive en un coche o en el delincuente sin remordimientos. Es fácil contagiarse de la rabia que siente el protagonista. Lemaitre prepara al lector a fondo para el momento de la prueba de selección de personal a la que acude el protagonista. A partir de ahí la acción se complica de una manera un tanto rocambolesca, menos creíble que la parte anterior al simulacro, pero igualmente adictiva.
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