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miércoles, 5 de julio de 2017

10 MOTIVOS VARIOPINTOS POR LOS QUE LEER LA SONATA A KREUTZER DE LEÓN TOLSTOI





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Se me ocurren muchos motivos por los que leer esta novela de Tolstoi. Los más evidentes, como que es una obra de un autor universal  me los saltaré. Los animo a leer esta novela si se identifican con alguna de estas ideas:

1. Me gusta viajar en tren y leer novelas cuyos personajes...viajan en un tren.

2. Me interesa mucho saber  por qué y cómo se deterioran los matrimonios .

3. Me gustaría empezar a leer  buena literatura, pero no puedo con novelas de 500 páginas, ni siquiera de 300.

4.  He sentido en mi vida muy poderosamente los celos hacia mi pareja , pero no sabría expresarlos verbalmente. Quiero leer una obra en la que estén  muy bien descritos.

5. Leí la novela de Ana Karenina y me impactó. Quiero leer algo más de León Tolstoi.

6. Dicen que la mujer de León Tolstoi se ofendió mucho  con esta novela de su marido. Al parecer se vio reflejada en ella. Aunque es algo ocurrido hace muchas décadas,  me gusta este tipo de morbo.

7. Quiero regalar un libro a un amigo melómano. Seguro que me toca la sonata a Kreutzer en la próxima cita.

8. Quisiera leer una novela cuyo personaje tenga  una visión de la sexualidad muy diferente de la mía. No siempre voy a leer aquello que coincide con mis ideas.

9.Participo en una tertulia literaria y no sé qué libro proponer. Como hay hombres y mujeres en ella ,seguro que la  Sonata a Kreutzer enciende el debate. Igual hasta hay que avisar a los bomberos.

10. Voy de vacaciones a Rusia  y no está mal saber algo de su literatura.


lunes, 3 de julio de 2017

LA SONATA A KREUTZER, DE LEÓN TOLSTOI, UNA LECTURA QUE NO DEJA INDIFERENTE




La sonata a Kreutzer  de León Tolstoi



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     Han pasado más de tres décadas de mi primera lectura de La sonata a Kreutzer. En esos años, mi biblioteca ha sufrido cribas: muchos de los libros que pasaron por mis manos estarán hoy en otras sin que yo los haya echado de menos. Sin embargo, esta novela breve de Tolstoi  ha resistido en mis estanterías .

     Recordaba solamente que  sonaba en la obra una sonata de Beethoven que busqué  ardorosamente por Madrid en  un tiempo en  que no existían las facilidades de Youtube. No obstante, si  me hice el propósito de releerla, la debí de catalogar de muy buena o,tal vez, algo hubiera quedado pendiente en ese diálogo  que es toda obra literaria.  Me inclino por esto último. Por los subrayados que he encontrado en la vieja y defectuosa  edición  de SARPE, comprendo que  a aquella joven universitaria que era yo entonces la perturbó y la indignó la visión de la sexualidad del protagonista, trasunto inequívoco de un Tolstoi en crisis religiosa, ya viejo, y con una relación matrimonial, a lo que parece, infernal.  Hoy, 3 de julio de 2017, he alzado varias veces la ceja derecha al leer algunos párrafos de la novela,  pero  más por el intento de entender cómo se originan estas ideas  que por indignación. En  esta segunda lectura he pensado también que es una obra  estupenda para leerla en grupo, en una tertulia inteligente donde cada lector aporte su punto de vista, el que  nace de su experiencia lectora y humana, porque el tema planteado por Tolstoi  no ha, ni mucho menos ,caducado.

     Desde un punto de vista literario, veo  hoy el sermoneo de gran parte de la novela  como un gran defecto, propio de autores principiantes del Realismo, a quienes dominaba el  deseo de convencer de una tesis  y utilizaban técnicas literarias que sirven para su imposición. Durante muchos capítulos desaparece el gran novelista y aparece un predicador pesado y poco convincente, pese a toda la cancha que le da el autor al protagonista  no permitiendo que otros puntos de vista se le opongan seriamente: los otros personajes que se reúnen en el compartimento del tren, tras una pobre intervención,  se duermen o se apean, con lo que su presencia no enriquece en nada el relato.  En tono confesional el protagonista, Pozdnyshev, le narra su historia  a otro viajero del tren que lo escucha con empatía. El protagonista, tan convencido de que ha alcanzado una gran verdad, no lamenta sino que la sociedad corrupta y depravada  en la que vive no sea capaz de entenderla y vea en él solo un tipo movido por un sentido del honor convencional y melodramático. Afortunadamente, el gran novelista reaparece cuando el protagonista  rememora la escena en que su mujer y su presunto amante Trujachevsky ejecutan la sonata a Kreutzer. Luego,  su estado emocional alterado,  su viaje de vuelta a casa para sorprender a su mujer  con su amante, el estado de caos de la casa...todo está escrito magistralmente. Solo por esta parte merece la pena leer la novela e incluso releerla.