La obra contiene numerosos elementos autobiográficos, sobre todo de sus expreriencia durante viajes por España, Portugal, Italia y el mar Egeo entre 1809 y 1811. Había tanto de él en estos cantos, que Byron dudó en publicarlos, si bien lo hizo animado por sus amigos poetas. Como hemos dicho conectó de inmediato con el estado de ánimo en sus jóvenes contemporáneos.
Los dos primeros cantos se centran en el vagabundear de Childe Harold por Portugal, España, Albania y Grecia, en ese momento bajo el yugo turco. En el tercer canto encontramos a harold en Bélgica, nada menos que en la víspera de la batalla de Waterloo y después, seguimos sus pasos por Renania, el Jura y los Alpes suizos; el cuarto y último los acompañamos por Venecia y Roma.
Con esta obra, Byron da a la literatura el primer modelo de héroe romántico, dotado de rasgos bien diferenciados. El héroe románticos tiene una gran inteligencia, una capacidad de percepción agudizada, tendencia al riesgo y al cambio, deseo de expatriación y de desclasamiento, adaptabilidad a cualquier situación en su viaje. Su comportamiento muestra su cosmopolitismo, su educación exquisita y sofisticada. Su ansia de libertad y su extremo individualismo le hace chocar con cualquier figura o forma de autoridad que intente recortar su voluntad y sus deseos, de modo que el héroe romántico tiene a estar fuera de la ley y de las normas sociales convencionales.
Childe Harold, llevado por un indisimulable sentimiento de superioridad, se muestra a menudo orgulloso, arrogante, perdonavidas y cínico. Es consciente de que su comportamiento es autodestructivo, pero no tiene ningún deseo de frenar esa deriva. Seduce a hombres y mujeres, pero solo es atraído fugaz y transitoriamente por ellos. Rodeado de misterio, escarba en sí mismo buscando las emociones intensas que provoca en los demás y para su desesperación solo encuentra una nuez hueca.
Este primer héroe romántico será el modelo inspirador de otros muchos héroes, sobre todo de Caín y de Don Juan. En ellos se basarán otros personajes de la literatura europea, el Eugenio Onieguin de Pushkin o el don Felix de Espronceda.
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