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miércoles, 7 de noviembre de 2018

Apegos feroces, de Vivian Gornick

     La traducción de Apegos feroces de Vivian Gornick llegó a las librerías española 30 años después de su publicación en inglés , algo completamente inexplicable. Sin embargo, su acogida ha sido estupenda en nuestro país, señal de que quizá conecte con una sensibilidad nueva, pendiente de los conflictos de la mujer en la creación de su identidad.


    Gornick hace  materia literaria de su propia vida  dentro del género memorialista: es una profunda indagación a la pregunta no solo de cómo soy sino de cómo he llegado a ser como me percibo ahora, teniendo en cuenta que la percepción del yo es inestable, mudable, de perfiles nebulosos. 


     Con extraordinaria habilidad utiliza el paseo como elemento vertebrador de la narración. Son paseos que hace con su madre en diferentes épocas por Nueva York. En estos paseos  y en sus conversaciones con su madre se disparan los recuerdos en continuos flash-back  que se prolongan en la escritura.

     
     En una conferencia espléndida sobre Virginia Woolf hay un momento en que Laura  Freixas denunciaba que en la literatura escrita por hombres, las relaciones de las mujeres siempre pivotan en torno a un conflicto masculino: las mujeres aparecen como amantes, esposas, hijas...pero no se analizan realmente relaciones entre mujeres. Pues bien, Gornick nos ofrece  una narración en la que indaga sobre las relaciones madre-hija, una relación que podríamos  denominar en muchos casos de “espejo roto”.  De lo que no cabe duda es de que la identidad de la hija se construye en muchas interacciones con la madre, interacciones  marcadas por el rechazo y la necesidad de diferenciación, pero también por una necesidad emocional casi animal de ese vínculo.También es sobresaliente el retrato de la relaciones vecinales femeninas: una solidaridad lastrada por cotilleos, celos, odios, indiferencias y transitoriedad. Menos lograda me parece la narración de la relación de la protagonista con los hombres: ahí es mucho menos profunda. Lo mismo puede decirse del análisis de la relación de la autora con su trabajo intelectual: es un análisis pobre y poco original. 

     Para acabar, la novela es altamente recomendable: es imposible no pensar en la influencia que sobre  cada una de nosotras han tenido las relaciones materno-filiales.