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miércoles, 26 de febrero de 2020

EL FILTRO BURBUJA, DE ELI PARISER


Creía que este libro me iba a sorprender más, a desvelarme tejemanejes oscuros en internet. El caso es que nada  de lo dice me ha chocado como nuevo. Algunos aspectos los conocía de lecturas aquí y allá; otros son fácilmente imaginables. Y es que a estas alturas nos queda poca inocencia. Sabemos que Google no nos ofrece sus servicios por un afán altruista, que cuando el servicio es gratis, el cliente es la mercancía. 

     El autor hace mucho hincapié  en las consecuencias de las recomendaciones personalizadas que hace Google y el peligro de crear una burbuja en que siempre estemos metidos en nuestros supuestos intereses.  Google hace esto para que cliquemos más, para que estemos más tiempo en la red. Por lo general el usuario se siente complacido de que sus gustos "estén" atendidos y no examina los efectos perniciosos de tal complacencia. Desde luego, efectos tiene muchos. El primero el de ponernos unas orejeras para todo aquello que no nos complace o "que no va con nosotros"; es más, hay todo un mundo que queda excluido de nuestro conocimiento puesto que nuestros clics iniciales nos encaminan por unos derroteros y nos apartan casi definitivamente de otros. La realidad no funciona así, allí tenemos que hacer frente a situaciones, problemas  y personas que no podemos apartar con un clic. El engaño mayor es pensar que el mundo es así, como nos los configura Google a través de sus recomendaciones.  Incide mucho el autor en que en este mundo donde todo se vuelve mercancía, también lo son las ofertas políticas, y ahí la Red está teniendo una influencia manipuladora estremecedora.  Como individuos poco podemos hacer para resistir a dicho poder de influencia. Al final, pensamos lo que nos inducen a pensar.  Esto no es nuevo, pero con las redes ha cobrado una carácter masivo y exponencial.

   Que esto es imparable no se le escapa a nadie, tampoco al autor.  Sin embargo, nunca se había acumulado tanto poder   en tan pocas manos,  un poder arbitrario y que se desentiende de  cualquier  exigencia ética y de cualquier intento de fijarle límites;  son las compañías las que se creen con derecho a ponerlos siempre en su propio beneficio monetario. Quien tiene un gran poder, tiene una gran responsabilidad, pero los gurús cibernéticos se la sacuden diciendo que esto es un juego en el que entra quien quiere, y que a ellos no les interesa la política. 

Recomiendo el libro para saber, por lo menos, dónde nos metemos, aunque, como prueba esta reseña, hasta las críticas se hagan usando sus herramientas.