Benjamín Chaparro, funcionario de Justicia, llega al día de su jubilación con el deseo de no convertirse en uno más de esos viejos que no saben con qué llenar sus días, y se los pasan de visita a su antigua oficina. Decide escribir una novela, y como no le da la imaginación para inventar la historia, echa mano de un caso que le afectó especialmente treinta años atrás: el caso del asesinato de una joven cuyo viudo la amaba hasta la desesperación. La resolución real del caso no llegará sino treinta años después de haber ocurrido el crimen, aunque Chaparro, Sandoval y Báez lo habían dado por cerrado mucho antes.
Sacheri crea con habilidad la trama con bien distribuidos clímax para que el interés no decaiga. Elige un detective creíble que conserva de los clásicos su amor a la verdad y al trabajo bien hecho, una ética superior a la del medio, un carácter introvertido, lleno de dudas. El lector lo siente cercano y confiable. La segunda trama, la amorosa, pese estar unida a la fundamental muy colateralmente no hace el efecto de ser un pegote. Nos permite conocer mejor al detective y seguir una historia de amor que en nuestro mundo de citas rápidas por Wathsapps parece increíble: esa historia de amor platónico transcurre entre adultos durante décadas.
Los personajes están bien diseñados, especialmente Sandoval y Báez, y desde luego, los personajes clave de la novela: el asesino y el viudo.
En cuanto al espacio en que transcurre la acción, Sacheri ha conseguido meternos en Buenos Aires y en sus oficinas mal equipadas, en sus calles acechantes y en las casas humildes de la clase media bonaerense; en cuanto al tiempo histórico, sentimos el aire siniestro de la historia cuando ya no se trata solo de la arbitrariedad burocrática crónica y la corrupción endémica de las estructuras judiciales, sino de la violencia política siniestra que se ha apoderado de la vida de los argentinos. Es precisamente esa irrupción de la violencia política la que enreda insospechadamente la trama.
Una novela, en fin, recomendable para pasar unas horas de lectura amena.
La ilusión más temible de la escritura es la que consiste en hacerte creer que puede abolir el espacio, y también el tiempo, volver a hacer presente lo que no está, o alcanzable lo que se ha perdido para siempre. Creo que cedí a esa tentación.TEODOR CERIC "Jardines en tiempos de guerra". Crear un blog literario es algo más humilde, pero tiene las mismas pretensiones imposibles.
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