lunes, 1 de julio de 2019

Emilia Pardo Bazán, de Isabel Burdiel

Llegué a la nueva biografía de Emilia Pardo Bazán, escrita por la historiadora Isabel Burdiel,  por una entrevista que se le hizo en la  Fundación Juan March. Me dije: "Si la obra es tan  extraordinaria como la entrevista, es un libro de ineludible lectura". Acabo de leer la biografía y efectivamente, es un texto extraordinario.

Isabel Burdiel sale con sobresaliente de todos los retos que plantea la escritura de una biografía: la documentación es rica, variada y contrastada, pero lejos de ahogar al lector en un maremagnum de referencias y  citas, la narración fluye amena y atrayente, dando al lector la posibilidad de interpretar el material citado con detenimiento. También consigue que, pese a que el centro de atención sea la biografiada (como es lógico), el contexto histórico cobre un relieve complejo, vivo, significativo. Durante muchas páginas el lector se mete en la España  anterior a la Restauración y sobre todo, en la España de la Restauración. Nunca había leído una biografía donde el biografiado se entienda  a la vez como ser único y como ser histórico y que ambos aspectos se hagan inseparables. Otro mérito indiscutible es el cuidado de la autora en no sobreinterpretar, en no dejarse llevar por la imaginación, en dejar claros los propios límites que se impone  para poder afirmar algo. 

En las página de esta biografía, Pardo Bazán cobra vida, la llegamos a aprehender a sabiendas de que la complejidad de cualquier ser humano es en el fondo inaprehensible incluso para sí mismo. Fijar lo cambiante, he ahí un reto impresionante. La percepción más perseverante sobre Pardo Bazán es el de una mujer que no se dejó encasillar pese a las presiones gigantescan que lo intentaron y en cierto modo, lo consiguieron. Pardo Bazán luchó contra condicionantes inmensos; que superara muchos no se puede explicar únicamente porque tenía una fortuna propia que le permitió emanciparse donde a otras mujeres les fue imposible. Había más; había una energía combativa y una clarividencia sobre  el terreno de juego que se le imponía poco común. Intentó ser una igual entre  sus amigos intelectuales, la mayoría hombres; no lo consiguió plenamente, pero en esa lucha puso de manifiesto las limitaciones de la masculinidad de la época. Se declaró feminista radical cuando las feministas en España eran muy pocas y sobre todo cuidaban su vida privada para conservar la honorabilidad femenina según la entendían los hombres. Pardo Bazán se atrevió a vivir su vida según sus propios criterios, se atrevió a hablar de tú a tú a hombres que la consideraban una anomalía de la naturaleza, un marimacho; desmintió uno a uno todos los supuestos límites del cerebro femenino. Se interesó intensamente por la política y la literatura, y no solo participó en todas las polémicas de su época sino que fue una verdadera agitadora, tanto o más que lo fuera Unamuno, con el que, por cierto, tuvo una gran amistad. Atacada por su físico, atacada por llevar una vida independiente pese a ser madres de tres hijos, separada extraoficialmente de su marido, nunca se acobardó. Nacionalista y cosmopolita,  católica en ideas pero fuertemente individualista  y liberal en sus comportamiento, fue una escritora con un fuerte sentido profesional de su tarea. Consciente de que el escritor y cualquier ser público, ha de crearse una imagen y tiene que promocionar sus productos,  defendió sin complejos la literatura como  una actividad económica. Sabedora de  que para ser alguien en el mundo cultural de su tiempo, tenía que tejer una vasta red de complicidades, lo hizo con tesón y sin descanso. Busco, como mujer, una relación amorosa con un hombre que fuera un igual; creía en el amor-amistad, frente al amor románticos, pero también frente a todo amor que presupusiera  sumisión de la mujer al hombre. Fue con Benito Pérez Galdós con quien estuvo más cerca de esa relación inter pares. Pese a lo mucho que criticaron sus viajes en solitario, especialmente a París, nadie pudo acusarla de abandonar a sus hijos, seguramente porque contó con la complicidad de su madre, que apoyó plenamente su carrera y la ayudó a criar a sus hijos. Tuvo muchos enemigos ( algunos que empezaron siendo amigos), entre ellos a Leopoldo Alas Clarín, que pareció ver en ella el tipo de mujer que más íntimamente ponía en peligro sus seguridades masculinas. Aun así, Clarín nunca negó el talento y la maestría de Pardo Bazán, a la que está claro que admiraba como escritora.  

La pregunta que como lectora me ha asaltado una y otra vez es ¿de dónde sacaba tiempo Pardo Bazán para todo lo que hizo en la vida?: escribió miles de artículos, cientos de cuentos,  impartió cientos de conferencias,  escribió novelas y miles de cartas...  fundó una revista en la que ella lo escribía todo, tuvo una vida social y familiar intensa,  realizó numerosos viajes, vivió dos historias amorosas por lo menos,   tuvo muchos amigos cuya amistad cuidó , atendió a sus hijos, hizo frente a pleitos,  fue catedrática de Literatura... No cabe duda de que Pardo Bazán vivió intensamente.  Cuando Isabel Buriel llega a los momentos anteriores a la muerte de doña Emilia, nos dice, basándose en testigos del momentos, que no se fue con alegre resignación. Seguro que le costó abandonar una vida y un ser del que disfrutó profundamente.

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