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domingo, 13 de enero de 2019

UN EXTRAÑO EN PARÍS, DE W. SOMERSET MAUGHAM

No es la primera vez que me pasa: no tener noticia alguna de un autor hasta encontrar su nombre  en un manual de Literatura. Así me sucedió con W. Somerset Maugham. Lo incluí  de inmediato en esa larga lista  de  propósitos que bien podría llamarse la lista interminable. Elegí como primer bocado El filo de la navajaEsta novela atrapó de inmediato mi curiosidad  por la  forma de retratar la Europa de Entreguerras, tan diferente a la de Hemingway, de quien acababa de leer París era una fiesta y  Adiós a las armas. Me sorprendió el contraste de estilos y  de  visiones sobre un mismo lugar en los mismos años.  Frente al estilo escueto y a la visión renovada que ofrece Hemingway, Somerset Maugham tiene una cremosidad  decimonónica que me dejó totalmente desconcertada.Por lo demás, sus personajes no parecen haber pasado realmente por la Gran Guerra; digo realmente porque el tema está presente en la obra, pero no acaba de transformar a los personajes en profundidad, ni siquiera al protagonista  "rebelde" y "anticonvencional". Tampoco la Crisis del 29 supone ningún cambio de calado: es  solo una variación en las Bolsas que, como en un casino, ha  hecho que  el dinero circule de  unos bolsillos a otras, y punto. Somerset Maugham  se resiste a  abandonar el salón acolchado en que  la burguesía de la Belle Époque disfrutaba de un mundo delicatessen, ese mundo de ayer que fue el mejor de los mundos para autores como Stefan Zweig.

No me apresuré a leer una segunda novela de Maugham, aunque tampoco taché su nombre de la lista interminable. Volví a él sugestionada por  el título de otra de sus novelas, Un extraño en París.  Como al personaje de la novela, a muchos  nos arrastra  a esta ciudad un imaginario estereotipado, alimentado por la literatura, el cine, la moda, la historia... París mantiene su poder de evocación,  haciéndonos a algunos un poco papanatas.  El protagonista de la novela, Charles Mason, va en busca de un París bohemio donde vivir alguna aventurilla de riesgos controlados,  y va  en busca del París cultureta de los museos y los conciertos de música clásica. Claro, si fuera esto lo que hubiera encontrado, no habría  novela o tendría que haberla escrito Georges Perec. La historia tramada por Maugham, un condensador de tópicos como he visto pocos, transcurre en cinco días de la época navideña: del 23 al 27 de diciembre, de algún año de los felices 20 del siglo XX. Son  las vacaciones de un joven burgués de 23 años a quienes sus padres le sugieren pasar una Navidad diferente a la hogareña. Ni siquiera es una iniciativa del muchacho: va con el aval paterno. El joven tiene que iniciarse sexualmente y los padres, burgueses tolerantes y modernos, prefieren que sea con el glamour de una aventura parisina a que lo sea en un burdel inglés, más funcional y gris. Como París es París, esperan que el niño repase las lecciones  sobre Arte que un día le dieron en el Louvre y deleite su espíritu con  buena música. Un pack de viaje  envuelto en celofán.

Dos personajes van a impedir que París sea una fiesta para Charles: Olga, una prostituta rusa,  y Simon, un joven huérfano que recibió la caridad de la familia de Charles y que, como personaje zolesco, no puede superar su mala entraña heredada. Los fallos de la novela, que son garrafales, se evidencian  en la creación de los personajes. Pongamos la atención sobre  Charles y su increíble familia y sigamos con los demás.

La familia Mason                 
¿Creen ustedes en la familia perfecta?, afino más, ¿creen ustedes en la familia perfecta de  burgueses ricos? ¿Se les hace difícil imaginarla? Si la imaginación no les llega, lean esta novela de Maugham. ¿Discusiones  matrimoniales? Ninguna. ¿Tensiones entre padres e hijos? Ninguna. ¿Tensiones entre hermanos? Ninguna. ¿Consciencia de explotar a los trabajadores? No. ¿Problemas con alguna amistad? No. ¿Secretos familiares? Ninguno. ¿Problemas económicos? Ninguno. ¿Avergonzados de su pasado? No. ¿Preocupados por el futuro?  No.  
Los  Mason son amantes del arte, pero sin extravagancias. Cultivan el talento artístico de sus hijos, pero comedidamente. No le impiden a su hijo dedicarse al arte, pero le convencen de su mediocridad.  Charles podría vivir de las rentas, pero  le inculcan  la moral protestante del trabajo,  que  Charles hará sin pasión, pero sin desagrado. ¿El sexo? Un asunto que se trata civilizadamente. ¿El matrimonio? Una necesidad social que es un éxito si uno es razonable. Entonces, ¿qué perturba la diáfana vida del bondadoso Charles?: darse cuenta, ¡oh sorpresa!, de que su forma de  vida,  contrariamente al imperativo kantiano, no es universal. No, "Charles, no, -le vendrá a decir Olga- todo el mundo no vive como tú y ni siquiera toda la literatura que has leído, recomendada por tus vigilantes padres,  te ha permitido darte cuenta de una verdad tan conocida por el común de los mortales". El personaje de Charles es lo que en literatura se llama  un estereotipo: nace de una pieza y así chocamos de cabeza con él a lo largo de la novela. Maugham nos engaña cuando dice que esos cinco días en París  han cambiado a Charles, a no ser que cambiar signifique  registrar mentalmente que no todo el mundo comparte sus privilegios, y  que esos privilegios hacen su vida burguesa algo más monótona que la de muchos de aquellos que no los tienen. 

Olga
Olga, la princesa rusa que ni es princesa ni se llama Olga, va a ser la acompañante de Charles durante esos días navideños. Claro que Olga no puede ser una prostituta como tantas otras cuyo nombre se confundiría en la niebla de los recuerdos. La tal Olga, cuyo nombre real es Lydia, tiene una historia de personaje ruso. Maugham nos ha querido hacer aquí un remedo de la Katia de Resurrección o de la Sofía de Crimen y Castigo.  Maughan trasplanta a París esa alma rusa entregada a un sacrificio purificador, con lo que  produce una impresión constante de falsificación, de copia averiada, de pretensión fallida. Olga es una parodia involuntaria de Sofía o Katia. Esa mezcla de ser pobre, intelectualmente débil, pero de un alma pura y grande llega a una caricatura  de difícil digestión.  La ignorante Lydia, por lo demás, es capaz de sentir el arte (la música, la pintura) en una dimensión espiritual intuitiva que retoma ideas románticas caducas. Por si esto fuera poco, la pobre Lydia es también víctima, como la Lara de El Doctor Zhivago, de los bolcheviques. Aquí Maugham se despacha ideológicamente a gusto.  Lo peor de todo es que, en todo momento, Lydia parece el ventrílocuo del autor: por su  garganta  surge un análisis de un bodegón en el Louvre; con ella hace un análisis de la música rusa; con ella expone sus ideas políticas; con ella hablan personajes literarias prestados...

Por otra parte, Olga, esa cenicienta que se purifica en el fango, encuentra un príncipe azul parisino. Se casa con un joven encantador de la pequeña burguesía francesa, nacida de glorias pasadas. Como Maugham  eleva a sus personajes a  categoría de prototipos, mucho me temo que en este individuo psicopático haya también un contenido, un aviso contra la pequeña burguesía, que con el vientre lleno, solo puede aficionarse a actividades delictivas por entretenimiento. Ya se sabe que el aburrimiento crea más monstruos que los sueños de la Razón.

Simon
Acabemos con Simon, la joya de la novela. Simon es un joven que en su  niñez fue acogido caritativamente por la familia de Charles. Con él, cumplían con su cuota de caridad social. Nadie lo quería en la familia  salvo Charles, que en su inmensa bondad, lo consideraba su amigo; al acoger a Simon la familia Mason cometió un grave error: la moraleja es esa de "Cría cuervos..." Simon está en París en el momento en que Charles va allí a pasar esos cinco días navideños. Simon representa al proletariado, en un principio, y a los revolucionarios profesionales, después. Ni que decir tiene que es un monstruo. Se está preparando para ser la sombra de algún líder carismático que maneje a las masas como a borregos. Simon se prepara para ser el dirigente del aparato represivo de una futura dictadura.  En ese ser todopoderoso en la sombra ve el desarrollo de toda su potencialidad personal. Pese a ello, Charles no puede retirarle su amistad, mostrando la peligrosa confianza de la burguesía.

Como se ve por lo dicho, el autor  cae en  la simplificación de la realidad y en un maniqueísmo  impropios de un escritor que se respete. Puede tanto en él la intención ideológica que se retrotrae a esas formas maniqueas de las novelas de tesis y ni siquiera tiene la pasión de los culebrones. Además, en la novela, los personajes no hacen otra cosa que discursear, ese error contra el que advertía Henry James. Esa tendencia a encasquetar  al lector largos discursos ideológicos ya era notoria en El filo de la navaja, solo que esa novela tenía otras cualidades que la salvaban. En un extraño en París  no hay contrapesos a esa tendencia, y la novela se hunde.   


Mi conclusión es evidente: si apuntan esta novela en su lista interminable, que sea a la cola. Como  venía a decir  el escritor portugués, Gonçalo Tavares,  aquel que lee libros  malos piensa que es inmortal. Es una idea de la que estoy cada vez más convencida.













lunes, 24 de diciembre de 2018

NOVELAS CON TÍTULO DE CIUDAD





Para aquellos que en sus clubes literarios anden buscando un hilo conductor  para un año de encuentros, aquí tienen una idea. Se puede hacer un viaje imaginario por varias ciudades, incluso proponer viajar a  una de ellas como colofón de las lecturas.  Esta lista ha sido elaborada con ayuda del  Club de los libros perdidos


  1. Estambul, Orhan Pamuk
  2. Misteriosa Buenos Aires, Manuel Mujica Lainez
  3. ¿Arde París?, Larry Collins y Dominique Lapierre
  4. El enigma de París, Pablo de Santis 
  5. París era una fiesta, Ernest Hemingway
  6. Nuestra señora de París, Victor Hugo
  7. Un beso en París, Stephanie Perkins
  8. París, Edward Rotherfurd
  9. El vientre de París, Emilio Zola
  10. Los misterios de Marsella, Emilio Zola
  11. El embrujo de Shanghai, Juan Mars
  12. Pasajero para Frankfurt, Agatha Christie
  13. La sombra de Innsmouth, H.P. Lovecraft
  14. El puente de San Luis Rey, Wilner Thornton
  15. El cementerio de Praga, Umberto Eco
  16. El estudiante de Salamanca, Espronceda
  17. Salem` Lot, Stephen King
  18. El horror de Dunwich, H.P. Lovecraft
  19. Amityville, Jay Anson
  20. Perdido en Tokio, Jenny Lane
  21. Adán Buenosayres, Leopoldo Marechal
  22. Muerte en Venecia,, Thomas Mann
  23. La caída de Madrid, Rafael Chirbes
  24. Tokio Blues, Haruki, Murakami
  25. Invierno en Madrid, C.J. Sansom
  26. De Madrid al zielo,  Alfonso Zamora Llorente
  27. Madrid, Antonio Gómez Rufo
  28. El cielo de Madrid, Julio Llamazares
  29. Saliendo de la estación de Atocha, Ben Lerner
  30. Madrid negro, VVAA
  31. Madrid. Tribu Urbana, Francisco Umbral
  32. Quemad Madrid o llevadme a la López Ibor,  Raquel Peláez
  33. Muerte en Madrid, Mark Oldfield
  34. Creaciones Madrid, Grace Morales
  35. Zaragoza, Benito Pérez Galdós
  36. Gerona, Benito Pérez Galdós
  37. Luchana, Benito Pérez Galdós
  38. Cádiz, Benito Pérez Galdós
  39. Bailén, Benito Pérez Galdós
  40. Napoleón en Chamartín
  41. De Oñate a la Granja, Benito Pérez Galdós
  42. De Cartago a Sagunto, Benito Pérez Galdós
  43. Invierno en Lisboa, Antonio Muñoz Molina
  44. El ciego de Sevilla, Robert Wilson
  45. La controversia de Valladolid, Jean-Claude Carrière
  46. Nueva York, Edward Rotherfurd
  47. Londres, Edward Rotherfurd
  48. Boston. Sonata para violín sin cuerdas, Todd McEwen
  49. Las tres ciudades: Roma, Lourdes, París , Emilio Zola
  50. Caperucita en Manhattan, Carmen Martín Gaite
  51. Manhattan Transfer, John Dos Passos
  52. Amor y muerte en Florencia, Sarah Dunant
  53. Adiós,Hong Kong, Manuel Leguineche
  54. Amsterdam, Ian McEwan
  55. Apartamento en Atenas, Glenway Wescott
  56. Aventuras en Venecia, Giacomo Casanova
  57. Barcelona connection, Andreu Martín
  58. El cielo de Lima, Juan Gómez Bárcena
  59. Lima la horrible, Sebastián Salazar
  60. The Buenos Aires Affair, Manuel Puig
  61. La puta de Babilonia, Fernando Vallejo
  62. Niebla en Tánger, Cristina López Barrio
  63. La salvaje de Boston, Gloria V. Casañas
  64. Otoño en Londres, Andrea Izquierdo



domingo, 16 de diciembre de 2018

SERIE: LITERATURA Y CIUDADES: BARCELONA

Con esta  entrada inicio una serie en que reúno unas cuantas novelas que transcurren, sea en parte o en su totalidad en una ciudad determinada. Hay cada vez más lectores que unen literatura y viaje. Antes de visitar una ciudad o durante la estancia en ella, un acercamiento interesante es conocerla a través de tramas literarias. Sin duda, Barcelona, ciudad tan hermosa, estará en la agenda de muchos viajeros y lectores.


  1. Nada,  Carmen Laforet 
  2. Últimas tardes con Teresa, Juan Marsé
  3. Si te dicen que caí, Juan Marsé
  4. Lo que la ciudad esconde, Pablo Caralps
  5. El misterio de la cripta embrujada, Eduardo Mendoza
  6. Luna lunera,  Rosa Regás
  7. La  sombra del viento, Carlos Ruiz Zafón ( La tetralogía de El cementerio de los libros olvidados)
  8. El anticuario, Juan Sánchez
  9. Sin noticias de Gurb, Eduardo Mendoza
  10. Te daré la tierra, Chufo Llorens
  11. Amor en minúscula, Francesc  Mirallles
  12. El tocador de señoras, Eduardo Mendoza
  13. Los herederos de la tierra, Ildefonso Falcones
  14. El origen, Bran Brown
  15. La vida en juego, Albert Salvadó
  16. El Quijote, Miguel de Cervantes
  17. Antagonía, Luis Goytisolo
  18. Lectura fácil, Cristina Morales



sábado, 8 de julio de 2017

5 MOTIVOS HETERODOXOS POR LOS QUE LEER LOS PAPELES DE ASPERN DE HENRY JAMES






A veces encontramos  una de esas joyas literarias de tanto valor que la queremos regalar a quien apreciamos, seguros de su  sensibilidad para disfrutarla. En este momento tengo en mente a esa persona .Los papeles de Aspern  es un hermoso  obsequio para ella:

1. Porque  seguiría   la historia evidente ( la que entiende el lector apresurado) y esa otra que discurre como un río subterráneo del que solo se escucha un leve murmullo.

2.Porque en toda ciudad a la que llega busca dos tipos de lugares : sus librerías y sus jardines más íntimos. Estoy segura de que le gustaría que existiera el jardín de Venecia donde crecen las   flores envenenadas  de la novela.

3. Porque  tiene un poco la moral de Juliana en relación a los vestigios del amor .
4. Porque  detesta Venecia  y cambiaría de opinión leyendo esta novela de James Henry.
5. Porque me preguntaría si realmente existió un poeta llamado Jeffrey  Aspern  y se alegraría mucho de escuchar mi respuesta.