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viernes, 20 de diciembre de 2019

LAS MADRES NO, DE KATIXA AGIRRE

Me parece muy bien que la literatura se ocupe de temas que no han despertado el interés de los escritores varones. Ma parece bien, por tanto, que Katixa Agirre nos acerque a la vivencia de la maternidad desde un punto de vista que se aleja por completo  de la visión, o si se quiere, de la ceguera o la deformación de la pluma masculina. Sin embargo,  es mucho decir que sea una autora original. Hay muchas escritoras que le han clavado  el diente al tema de la maternidad desidealizada  con obras de gran calidad, como las de Vivian Gornick. Por no hablar de que todas las ideas que recorren la novela de esta novela  se han prodigado en ensayos, estudios y artículos desde que el feminismo empezó a dar sus primeros pasitos. Para mí, Aguirre, a estas altura de la Historia, no rompe ningún tabú: hace tiempo que sabemos que la maternidad no es ese sueño de hadas con el que intoxicaban a las niñas,  que no es un estado de perpetua felicidad, abnegación y entrega. Katixa nos viene a contar los que ya sabemos: que  las mujeres viven sentimientos contradictorios y más turbios de lo que la idealización de la maternidad dice: las mujeres se deprimen, a veces detestan a sus vástagos, se aburren, sienten que pasan a ser la madre de...  perdiendo su identidad, no son entendidas por su entorno, que no recibe bien ni sus tristezas ni sus bajones. ¿De verdad esto es algo nuevo para alguna mujer? ¿De verdad no se atreven todavía a expresar estos sentimientos? 

Por lo demás no es suficiente hablar de un tema que se cree arrinconado, ninguneado en la  literatura para  escribir una buena novela.  Técnicamente la novela es deplorable. La protagonista es una  escritora que se propone investigar y escribir sobre una joven madre que ha matado a sus dos hijos. En ese proceso reconoce en ella misma, madre reciente,  pulsiones destructivas. No estaría mal el planteamiento  si la autora no nos mareara con el proceso de buscar la información y sus divagaciones sobre ella. Cansa ya el truco del escritor que narra el proceso mismo de su escritura y su investigación.  Más cuando esa investigación no despierta interés por el personaje investigado.  Llegamos al final no sabiendo por qué Alice mató a sus hijos: que el lector se las componga. Para  este viaje a ninguna parte no se necesitan tantas alforjas.  Si el crimen no es más que la forma extrema en la que deriva la  depresión postparto, es un error  engañar al lector prometiéndole  una trama de suspense que desvelará  algo desconocido.

En fin, novela cansina, de lectura fácil, solo indicada para aquellos que a estas alturas no se hagan idea de lo mal que lo pasan  las madres cuando descubren en ellas sentimientos  mucho más feos y turbadores que los que les enseñaron en películas , novelitas o revistas rosas. También indicado para madres jóvenes que no tengan amigas lo suficientemente amigas para contarles la verdad de sus emociones.



miércoles, 27 de febrero de 2019

LAS MANOS DE MI MADRE, DE KARMELE JAIO

Las manos de mi madre, novela corta de Karmele Jaio, está escrita en primera persona y narra unos días en la vida de Nerea. El eje narrativo es el ingreso de la madre de la protagonista en el hospital, aquejada de alguna dolencia mental que le ha arrebatado casi toda la memoria. Esta situación  hace que cobren fuerza, por una parte, recuerdos de un pasado no resuelto en la relación madre-hija e  historias del pasado juvenil de la madre; por otra, complica la vida de Nerea, a la que su trabajo de periodista ya hace años  deja sin tiempo para ver a su hija, para estar con su marido, para quedar con su amiga Maite... Solo gracias a su tía materna, Dolores, y a su hermano Xabier,  puede hacer frente, aunque sea en el límite de sus fuerzas, a la nueva situación. Karmele Jaio, además, añade un hilo argumental  sobre la relación de Nerea y su marido inglés, así como el recuerdo traumático de Carlos, un joven que la abandonó de un día para otro sin mediar palabra. En realidad, crea un paralelismo entre el secreto de  madre e hija.

La novela, a pesar de su amenidad y de tocar temas en los que gran parte de las mujeres de clase media  se pueden reconocer, es una novela mediocre. Los personajes no llegan a tomar una entidad que escape del tópico, de lo esperable, de lo previsible. En la trama se plantean bastante bien  los fantasmas del pasado de la madre  de la protagonista y los propios fantasmas de esta; sin embargo, cuando llega el momento del clímax, la autora se escurre con un par de escenas  poco creíbles, rápidas...tan rápidas que el lector puede preguntarse a qué viene  tanto planteamiento para tan flojo desenlace.

En la traducción al castellano (el original está en euskera) el estilo se resiente mucho. Quizá, en vez de la propia autora, hubiera sido aconsejable que fuera un profesional quien la hubiera traducido. Karmele Jaio utiliza un castellano pobre, inexpresivo, en el  que la lengua del original   emerge una y otra vez. 

En definitiva, una novelita para pasar un rato agradable y darse de bruces con los problemas de las mujeres profesionales  vascas que rondan los 35 y tienen hijos que apenas ven, trabajos que las agobian, maridos que ya no las apasionan, recuerdos que les obsesionan y padres mayores que, cuando enferman gravemente, hacen que el mundo casi se hunda. Un momento muy apropiado para que los fantasmas, propios o familiares, hagan más ruido que nunca.