miércoles, 29 de mayo de 2019

LLUVIA FINA, DE LUIS LANDERO

De Luis Landero, he de confesarlo, solamente había leído su obra más conocida “Los juegos de la edad tardía”. Puede que esa lectura la hiciera a una edad demasiado temprana, y anduviera en busca de otros mensajes por entonces. Después de leer “Lluvia fina”, tengo el sentimiento de haber perdido mucho habiéndome privado tantos años de la obra de este autor.

 “Lluvia fina “ es una excelente  novela  desde su título hasta la última línea, hazaña que los escritores consiguen muy pocas veces.   Lo más asombroso es que Landero hace nuevo el viejísimo tema de  los rencores  familiares enquistados que no dejan nunca de supurar pus infestando el presente y el futuro. Con gran maestría  hace de Aurora, un personaje  que parece solamente un peón del tablero, la “centralita” por la que pasan todas las voces de  los otros personajes:  Sonia y Andrea, las hermanas de su marido Gabriel, Sonia,la madre de todos ellos y  Horacio, el exmarido de Sonia. Recurre el autor al estilo indirecto libre que modula ágilmente todas las voces y  dota a la narración de una cadencia de lluvia fina, de esas que parecen que no calar y, sin embargo, van penetrando insidiosamente hasta los huesos . A  Aurora  le  llega   el repiqueteo machacón  de las voces que vuelven  una y otra vez  en cada acontecimiento nimio del presente a sus frustraciones del pasado, a esos momentos de la historia familiar  que cada cual  recuerda de una manera no solo diferente, sino diametralmente opuesta, como si todos se sintieran víctimas y ninguno aceptara su papel de verdugo. Son seres aferrados a sus desgracias,  incapaces de salirse de la narración que se hacen a sí mismos de su pasado; convencidos de que su perspectiva es la única y la verdadera, y  condenados a vivir su presente como una secuela ineluctable de lo que los demás le hicieron.

Aurora, con su  capacidad de escucha educada y empática, es el recipiente de esos odios cruzados, tanto que parece que  no tiene  más función en la vida  que la escucha pasiva y empática de las desgracias ajenas . Por lo demás, parece que solo ella y Gabriel han alcanzado cierta felicidad en la vida;  pero  solo  lo parece, porque la única historia que  Aurora no “escucha” durante mucho tiempo es la propia, la de su matrimonio " modélico  con Gabriel, el profesor de filosofía que parece haberse hecho con la piedra filosofal para transmutar todas las desgracias. Por decirlo de alguna manera, Gabriel es el personaje "tapado".

Otro acierto de Landero es condensar en un momento del presente todas las rencillas y odios del pasado. Gabriel propone algo que parece muy inocente: celebrar el cumpleaños de la madre. Tal propuesta para la reconciliación es la que acaba por desatar la guerra total.  El final, inesperado  y contundente arroja de pronto un relámpago de luz sobre todo lo que ha sabido  hasta ese momento el lector. El relámpago ilumina  esa lluvia fina que al final se convierte en tormenta.




2 comentarios:

Flecha literaria dijo...

Me gusta mucho la reseña. No conocía la novela ni al autor, pero lo que cuentas me parece tan interesante que la he puesto directamente en mi lista de lecturas.

Alip dijo...

Me gustó mucho más tu reseña que el libro