La lucha contra el demonio (Hölderlin. Kleist. Nietzsche) (1921) no es una sucesión de biografías noveladas, sino más bien un ensayo sobre la psicología común de estos tres genios alemanes . Dicho de otra manera, Stefan Zweig selecciona, entre los aspectos de la vida y obra de Hölderlin, Kleist y Nietzsche, aquellos que iluminan su tesis sobre las fuerzas psicológicas que llevan a la autodestrucción, pero también a la genialidad. Los tres autores se ven impelidos por una impulso creativo de tales proporciones que parece escapárseles de las manos y que los lanza al caos; o tal vez sea el caos lo que los lanza a la creación literaria. Zweig insiste en la incapacidad de los tres de relacionarse con los demás, una incapacidad patológica que ellos atribuyen a su propia pureza y excepcionalidad. Se sienten radicalmente diferentes de cualquier otro ser humano e imbuidos de una misión que tiene mucho de mística. Hölderlin sueña con un mundo puro, divino, donde triunfa el espíritu tal y como triunfó en Grecia; Kleist, incapaz de asentarse en sitio alguno como un alma en pena, busca mundos que lo alejen de lo cotidiano; Nietzsche abraza con euforia su enfermedad y su soledad para derribar con su fuerza los pilares de barro de la civilización occidental.
Esta obra de Zweig tiene más intensidad que profundidad. Su gran acierto es mostrarnos a los personajes con un viveza extraordinaria; sin embargo, hay demasiadas repeticiones, demasiada retórica y, desde luego, una selección e interpretación de acontecimientos que acaba dando una imagen muy sesgada de Hölderlin, Kleist y Nietzsche. No quiere decir esto que no merezca la pena leer La lucha contra el demonio, sino que conviene completar el conocimientos de estos tres genios alemanes recurriendo a otras fuentes y, sobre todo, conviene leer sus propios escritos.
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