Mostrando entradas con la etiqueta clásicos. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta clásicos. Mostrar todas las entradas

martes, 28 de agosto de 2018

Homero: La Odisea ( 700 a.C.)


   
La literatura europea comienza con Homero, un desconocido. Como sucede siempre en estos casos, se acumulan las historias más curiosas sobre el misterioso poeta, autor de La Ilíada y La Odisea. La anécdota más popular es la que afirma que Homero era ciego. El golpe de efecto es potente, ya que, si un invidente había sido capaz de describir el mundo de tal manera que causa asombro siglos después, uno se pregunta: ¿Era aquel ciego un sabio clarividente, profeta. Bardo bendecido por los Dioses que alcanzó la inmortalidad a través de su poesía?

     Es inmortal porque sus epopeyas en verso, La Ilíada y La Odisea, constituyen los primeros poemas escritos de Occidente. Homero se sitúa en el umbral del paso de la cultura europea oral a la escrita. Antes de él, la poesía había tenido que apañárselas sin alfabeto: el poeta o el trovador creaba sus obras en su memoria, no ponía nada por escrito y realizaba sus representaciones oralmente,  de manera que, por lógica, siempre se producían  diferentes versiones. El alfabeto se introdujo en Grecia al tiempo que nacía La Ilíada y La Odisea. Con ello se dispuso del medio para crear literatura, ya que la escritura es necesaria para poder componer y conservar textos complejos.

Desde la alfabetización, el conocimiento y la escritura han estado inseparablemente unidos en Europa. A partir de ese momento, la cuestión de lo que debe y no debe saberse se decide a través de la comparación de textos, calificados como lecturas importantes o prescindibles. Los primeros textos occidentales pertenecientes a esta tradición son La Ilíada y La Odisea,  pero desde el instante en que alguien empezó a escribir las obras de Homero sobre un papiro hasta el momento en el cual alguien coge un libro de la estantería y se sienta en un sillón para leer cómodamente, queda todavía un camino inconcebiblemente largo, ya que entre ambos  episodios se encuentran los inventos técnicos y culturales de dos milenios y medio.

     Se ha llegado a afirmar que la escritura se creó expresamente para las epopeyas homéricas. Aunque esta tesis es insostenible, demuestra en qué elevadísimos  estatus  nos movemos cuando hablamos de Homero:  sus obras son de tal relevancia para la cultura europea que incluso  se ha pensado que la escritura se inventó para ellas. Generaciones posteriores compararon al trovador con el mar que rodea todo el mundo y que fluye hacia dentro de lo  más pequeño. Homero describe el cielo de los dioses, el mundo y el destino de los hombres. Sus epopeyas son, a la vez, mitología, geografía, historia, descripción social y relatos de aventuras.

      Desde que Homero contó las correrías  de Ulises por el Mediterráneo, el mundo occidental conoce dos expresivas metáforas sobre la vida del hombre y su destino en la tierra: el viaje y el mar. Ambos pertenecen al imaginario de la navegación, que es utilizado tanto en la literatura como en el lenguaje cotidiano cuando se desea describir las tormentas o los naufragios de la vida:  uno se aventura  a salir  al mar y vaga en su  inmensidad. Navegamos a baja velocidad, las tempestades nos arrojan de aquí para allá y no en todos los casos encontramos el camino correcto. Somos presa de las olas del destino, sufrimos naufragios, arrojamos planes por la borda o nos quedamos parados, encallados en los escollos que deberíamos evitar, nos hundimos o lanzamos el ancla salvadora justo a tiempo. Hoy vamos a puerto seguro. Es fácil perderse en el mar abierto de las posibilidades infinitas. La vida es una odisea

     La epopeya de Homero relata los viajes de Ulises y su regreso al hogar. El gran poema ordena el mundo turbulento que recrea en una unidad sinóptica de 24 cantos, esto es, capítulos. Los 12 primeros tratan de los viajes plenos de aventuras que llevan a Ulises de regreso a su patria, Ítaca, después de 20 años de ausencia. Los 12 finales contienen el relato de la llegada a su hogar y la reconquista de su esposa, Penélope, y de su reino.

     Hacía más de 19 años que el valeroso y astuto Ulises había partido a la guerra de los griegos contra los troyanos. Allí había tenido la ocasión de probar su inteligencia, cuando mediante un ardid propició  el final de la contienda, que duraba ya 10 años: escondió a unos soldados en un gigantesco caballo de madera y de esta manera los introdujo a escondidas en la disputa da Troya.

     Tras el fin de la guerra de Troya transcurrieron algunos años en los que Ulises hubo de permanecer en la isla de la ninfa divina Calipso. Esta, enamorada del guerrero, lo retuvo junto a ella. Sin embargo, siente nostalgia de su patria y de su esposa Penélope que, por su parte, le ha sido fiel durante todo ese tiempo. Penélope no ha afectado a ninguno de los 88 pretendientes que, en ausencia del dueño, se han acomodado en el palacio y malgastan sus posesiones. Ella había demostrado poseer una astucia comparable a la de su esposo anunciando a sus molestos pretendientes que se decidiría por uno de ellos cuando hubiese acabado de tejer un paño. Durante cada noche a lo largo de 3 años, deshizo el trabajo diario hasta que su engaño fue descubierto.

     Ulises está sentado en la playa de la isla de Calipso y añora a  Penélope, mientras ella comienza a preguntarse si su marido todavía sigue vivo. Entonces, la diosa Atenea intercede en favor del héroe ante la correspondiente Asamblea de Dioses y ruega el padre de los dioses, Zeus, que por fin permita a Ulises retornar a su hogar. Finalmente se ocupa de preparar al hijo del ausente, Telémaco, para la próxima reunión de la familia. La diosa adopta un aspecto masculino para encontrarse con Telémaco y animarlo a  indagar acerca del paradero de su padre. Como suele suceder con las tareas que realizan los hijos ya adultos en relación con sus padres, a Telémaco la búsqueda de su padre le sirve también para encontrar su propia identidad. Telémaco parte en un viaje de iniciación acompañado por  Atenea, que ha adoptado la figura de un amigo de la familia, Mentor. con esta apariencia permanece siempre a su lado, apoyándolo continuamente con consejos y acciones. Por eso en nuestros días, a un consejero bien intencionado se le llama mentor.

      En el quinto capítulo aparece por primera vez Ulises abandonando a Calipso, la ninfa infelizmente enamorada, y navega en una balsa en dirección a su patria, pero la tempestad le arroja las playas del país de los feacios.

     Allí lo encuentra, desnudo y desgreñado, Nausícaa, la hija del rey, que se había acercado a la playa con sus amigas para lavar ropa. Nausícaa conduce al héroe  hasta la corte de su padre, donde es objeto de un caluroso recibimiento y es agasajado generosamente. En este lugar, el propio Ulises   asume el papel del narrador y relata a  la corte  las pasadas aventuras en sus viajes desde que finalizó la guerra hasta su estancia con la enamorada Calipso (cantos 9-12).

      Estas aventuras constituyen la parte más conocida de La Odisea. Se trata de relatos que impresionan. Los hombres de Ulises saquearon las ciudades de los cicones. Arribaron a la región de los lotófagos, los comedores de loto, quienes les ofrecieron este fruto que les convirtió en adictos y provocó que desconocieran cualquier responsabilidad. Ulises y doce  de sus hombres cayeron después en manos del cíclope Polifemo, un gigante con un solo ojo, que devoró a  cuatro miembros de la expedición y bebió, para acompañarlos, leche de oveja y de cabra. Ulises le quemó  su único ojo y logró escapar con el resto de sus camaradas atandolos bajo los vientres de unos carneros que el cíclope sacaba  para pastar. Luego, cuando los navegantes se dirigían a casa, los vientos les hicieron errar una vez más por el mar hasta que arribaron al país de los lestrigones, atroces caníbales. Finalmente llegaron a la isla de la encantadora Circe, que transformó a todos los hombres en cerdos, a excepción de Ulises. Solo el héroe logra resistir el hechizo y le muestra quién es el amo de la porqueriza, ocupándose de que sus compañeros vuelvan, al menos exteriormente, a tener aspecto humano.

    A continuación sigue un descenso al infierno. Allí, en  reino de los muertos, Ulises consulta con el espíritu del ciego Tiresias cómo seguir su camino. Después de lo cual Ulises vivió sus famosas tres últimas aventuras: la primera, el encuentro con las sirenas que pierden a los hombres con sus fascinantes cantos. Para no sucumbir, Ulises tapona los oídos de sus hombres con cera y ordena que a él le aten al mástil del barco. En segundo lugar, deben sortear los peñascos donde habitan las  terribles  Escila y Caribdis. Por último, la matanza prohibida de las vacas de Helios provoca la ira de los dioses que, como castigo, causa una terrible tempestad a la que no sobrevive nadie más que Ulises.

     Los siguientes doce libros tratan de la llegada de Ulises a Ítaca, a donde le condujeron los feacios tras escuchar sus aventuras. Apenas hubo arribado a su isla, el héroe se disfraza de mendigo para poder averiguar de incógnito lo que había sucedido durante su ausencia y, sobre todo para poder estar seguro de la fidelidad de penélope. imaios, el porquerizo entonces comienzan encuentro familiar, puesto que Ulises allá a su hijo Telémaco junto al pastor. padre e hijo deciden poner fin a la actividad de los desplazados pretendientes. al final de la Gran carnicería. todos los huéspedes no deseados tienen que marchar al infierno.

     Finalmente, Ulises se da a conocer también a Penélope.  Y para que la pareja pueda celebrar ampliamente su reencuentro, tras 20 años de separación, la diosa Atenea alarga la noche. La mañana siguiente tiene un amargo despertar:  el pueblo se ha levantado a causa del derramamiento de sangre acaecido en el palacio. Pero Zeus decreta que la venganza de Ulises ha sido justa e impone la paz en Ítaca.

     Desde que los griegos incluyeron a Homero entre las lecturas escolares obligatorias,  La Ilíada y La Odisea forman parte del canon de la cultura occidental.Dante coloca  a Ulises en el infierno, porque considera que el  griego  que vagaba eternamente por un mar de infinitas posibilidades era culpable de la desmesura.  Werhter  leía a Homero y, James Joyce trasladó  la epopeya a la cultura moderna. En el lenguaje cotidiano, odisea equivale literalmente a un viaje difícil, ya sea una odisea para empadronarse en el ayuntamiento o como la película de Stanley Kubrick una odisea del espacio.



Para quienes quiera escuchar su lectura en una voz agradable, aquí tienen este vídeo:




Fuente: Libros,  Christiane Zschirnt
Canal: Carlos Vázquez Martínez