¡Feliz quien, como Ulises, ha navegado días enteros,
dentro de un barco lleno de leales marineros!
¡Feliz quien, como Ulises, ha arribado a su patria añorada
después de vencer al Cíclope y la furia de viejo Poseidón!
¿Cuando volveré yo a ver los nobles árboles
que crecían al borde de la acera y los rincones estrechos
de la pequeña casa donde jugaba inocentemente al escondite?
¿Cuando escucharé otra vez el sonido tintineante
de las campanas de la iglesia?
Amo más estar entre mis paredes de blanco gotelé
que entre las paredes lujosas de esta mansión.
Amo más los sonidos nocturnos
de mi casa, que el silencio de esta otra
que me envuelve y que me asfixia.
M.C
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