¡Feliz quien, como Mary Shelley, viajó por Europa
igual que aquel que escribiera Don Juan
y regresó después, más sabia y más discreta,
a escuchar a su padre y a escribir sobre el mal!
¿Cuándo volveré a ver del fascinante horizonte
mi casal en el centro y qué estación será
cuando a lo lejos vea dibujarse los robles
que tantos recuerdos han sabido guardar?
Amo más esta paz ordinaria
que el gentío que grita
y no sabe escuchar.
Amo más esta luz solitaria
que el brillo mentido
de la cara ciudad.
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