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martes, 31 de diciembre de 2019

SU CUERPO ERA SU GOZO, DE BEATRIZ GIMENO



La novela de Beatriz Gimeno, inspirada en una historia real de la que se hizo eco la prensa escrita en diciembre de 2001,  consigue lo que no había encontrado en ninguna otra novela cuyo tema o trasfondo sea la dictadura franquista: la reproducción de un  ambiente opresivo, gris, irrespirable, mórbido, clautrofóbico que se mete en los huesos desde la primera página.   La dos protagonistas de la novela viven esa represión en carne viva, sin que se les dé respiro, porque el terror se interioriza y la mirada de los demás es carcelaria.

Lo que no debió ser más que una historia de amor de  dos mujeres que  se quieren desde su infancia  y deciden vivir juntas se convierte en una historia de inmenso  dolor.  Condenadas a una relación clandestina, que irremediablemente se hace pública, sufren los ataques furibundos de sus propias familias, la venganza prepotente de los hombres que no admiten su rechazo, la actuación de los psiquiatras torturadores de la época...  Aislarse es el único método de defensa que se les ocurre a estas dos mujeres, evitar a toda costa que se abra un resquicio por el que alguien puede penetrar en su intimidad y destruirlas. Porque además de ser una historia de amor prohibido y perseguido, la novela es también una historia de soledad. Impresiona esa relación en que el amor excluye cualquier otro vínculo, esa cárcel de amor que intentan crear Ali y Luz. Pero en esa cárcel ni siquiera son dueñas de las palabras; no se  atreven a ponerle nombre a su relación, porque el lenguaje también es del poder, que decide lo que se puede nombrar y lo que no, y el  nombre de su relación está inscrito en el código penal  y no solo en el moral.

Como no podía ser de otra manera, la novela trata también de la situación de la mujer en la España franquista. Si bien sus familias responden con un repudio más o menos duro, no se trata de  las dos familias más  ultramontanas que podían encontrarse en el país. Ambas han dado estudios universitarios a sus hijas, pese a lo mal visto que estaba este hecho en la década de los 50. En el caso de Luz,  el padre le da a su hija unos estudios universitarios que hubiera deseado dar al hijo que no tuvo. En el caso de Ali, también es el padre el que impulsa esa decisión de la joven pero por  una preferencia emocional que la antepone  a su hijo, quien  siempre estará resentido por esa preferencia inexplicable socialmente.  Significativamente, ambas familias llegarán a pensar  que la raíz de la sexualidad "torcida y perversa" de sus hijas  está en haberles dado una posición que las masculinizaba, que las sacaba peligrosamente del recto camino, el único para una mujer: casarse y tener hijos, atender al hogar. 

Sin duda, una novela recomendable  para que no se nos olvide lo que un día fue, y lo que nadie nos asegura que no pueda volver a ser.



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