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miércoles, 31 de julio de 2019

LA DELICADEZA, DE DAVID FOENKINOS

 
 A "La delicadeza" de David Foenkinos le llovieron en su día varios premios, algunos gordos y otros de pedrea, hasta cambiarle el título por "la novela de los diez premios". A estas alturas tantos premios no son indicadores más que de dos cosas: una, que  la industria editorial tiene en los premios una de sus palancas de promoción; dos, que la crítica se pone del lado de los libros con los que las editoriales hacen caja. 

     La novela es un producto típicamente francés, una de esas "delicatessen" que se exportan al mundo haciéndolas pasar por productos de calidad cuando no son sino un sucedáneo.  El argumento de la novela no es sencillo, sino simplón, porque la verdadera sencillez requiere de  un esfuerzo  y de  un talento muy superiores a los mostrados por Foenkinos. Se trata  de  las dos historias de amor- separadas por un duelo-  que vive   Nathalie, bella y francesa,  una ejecutiva exitosa en un empresa sueca.  Un día aparece  el amor de su vida en un encuentro casual en una cafetería parisina; un milagro de la cotidianidad que solo puede cobrar todo su encanto en París. Con François vive siete años de matrimonio perfecto, sin desgaste; pero  los amores felices, como dijo Tólstoi, son todos iguales ,que es como decir que no dan para una historia, así que  algo tiene que pasar para que Foenkinos pueda seguir escribiendo su novela. Aquí la muerte accidental es un maravilloso recurso que nos evita visitas a los hospitales. François  es atropellado por una vendedora de flores el día en que  esta iba a entregar un ramo de flores a una novia. ¡Qué fatalidad más literaria! Nathalie va a vivir unos años de duelo; lo sabemos porque nos lo dice el narrador y hemos de creerle bajo palabra. En la empresa en la que trabaja, como es previsible,  despierta el deseo de muchos compañeros y el amor de, por lo menos, dos.  De la plantilla masculina,  Foenkinos elige al jefe, Charles, y al pringado, Markus, para que se disputen el amor de la dama.  En una novela  sentimental francesa "comme il faut"  el jefe no tiene ninguna posibilidad; el jefe encarna al tipo  con un poder solo aparente y, por supuesto, malcasado,  que en el fondo es un desgraciado y un cretino.  Markus, por el contrario, es el desgraciado que esconde la ternura y la delicadeza bajo sus formas  toscas y su físico poco agraciado. Es, por supuesto, quien conquista a la bella Nathalie. Parece un remake  de la Bella y la Bestia y, quizá sea esa su fuente de inspiración.

     David Foenkinos, como otros escritores, sabe muy bien lo necesitados que andamos los adultos de cuentos para niños grandes. Hay un nicho de mercado importante y  es lógico que alguien lo aproveche.  Andamos mohínos y desesperanzados; nos hemos vuelto todos, "à contrecoeur".  unos posmodernos que sospechan del optimismo, de los buenos sentimientos, de las historias bonitas y no digamos de los finales felices.  Queremos que la vida nos dé segundas oportunidades o terceras, o las que sean;  queremos  epifanías delante de un café o un zumo de melocotón; anhelamos  poder darnos  el gusto de dejar el trabajo, así a las bravas, porque el jefe es un  baboso;  queremos que ese mundo del que nos hablan los escritores aguafiestas sea más amable y tenga un sentido, si se lo da el amor, miel sobre hojuelas; queremos que nos orienten y sobre todo, queremos que no nos digan que al final de todo camino está el fracaso y el abismo. La novela de Foenkinos es muy bonita, solo que no consigue que esa belleza que, como decía John Keats, es la verdad.

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