“Tea rooms” es una peculiar novela- reportaje en la que Luisa Carnés objetiviza su experiencia en el salón de té madrileño en el que trabajó a su vuelta de Algeciras. Puede hablarse de un personaje colectivo, si bien la voz en tercera persona se focaliza en Matilde, un alter ego de la escritora. El hilo conductor de la novela es el trabajo alienante de las empleadas y su lucha diaria por mantener ese trabajo por el que cobran un salario de hambre y que realizan en un clima de miedo, de humillaciones y de acoso. Sus vidas privadas, si se puede hablar de algo que apenas tienen, se limitan o a una vida familiar llena de conflictos y desesperación, donde hace estragos el paro, la violencia, el hambre y un hondo sentimiento de desamparo e impotencia, o la soledad en un cuartucho, o el refugio en ilusiones. El telón de fondo son las calles de Madrid donde se multiplican las huelgas y las protestas reprimidas brutalmente. Estamos en las vísperas del advenimiento de la II República.
Luisa Carnés plantea numerosos temas que todavía nos atañen: la doble carga para las mujeres de la explotación laboral y doméstica; el matrimonio y la maternidad impuestos; el aborto, la prostitución, la exclusión de la educación; la lucha de clases y el papel que en ella tienen las trabajadoras.
El punto de vista de Carnés está orientado, sin tapujos, por su conciencia de clase y de género. Toda la novela está dominada por un deseo de mostrar con nitidez un mundo que es invisibilizado o invisible para las clases medias y altas, y a la vez no es descifrable para las propias afectadas, herederas de siglos de resignación y de impotencia. Carnés no idealiza en ningún momento; las trabajadoras son mujeres de carne y hueso, con sus debilidades, con sus rencillas, con sus diferencias. La nueva idea de la solidaridad que recorre Europa las atrae y las espanta, y sobre todo no saben cómo ubicarse en un movimiento que, aun siendo reivindicativo, tampoco las apela especialmente. Solo en la figura de Matilde expresa Carnés un conciencia reflexiva que observa la realidad sin la mediaciones ideológicas del poder de la élite ni tampoco del patriarcado.
Con un lenguaje directo y estoico en recursos, la novela sorprende por lo inhabitual. En el microcosmos del salón de té las camareras deben moverse como autómatas sonrientes y obedientes a las órdenes siempre agrias y amenazantes de la encargada. No hay tiempo para largos diálogos, ni para largas ensoñaciones, ni para una introspección minuciosa al estilo de Proust o de Woolf. Por eso, el estilo de Carnés tiende a la oración escueta; la frase es rápida y certera como tienen que serlo los movimientos de las trabajadoras. La autora huye del estilo dulzón y empalagoso no queriendo servir un dulce "averiado" como los que se venden disfrazados a los clientes despreciables. No hay tiempo para hilar con hilo de seda historias minuciosas en estas vidas rotas por el engranaje del trabajo alienado. En “Tea rooms”, los señoritos seducen a camareras y a costureras, como cuentan las novelas sentimentales, pero Carnés sabe que en la realidad estas son historias expeditivas con finales a los que solo se presta atención un momento y luego caen en el olvido. Las trabajadoras pueden acabar en la prostitución, pero Carnés, por supuesto, no le encuentra ningún glamour a lo Dumas ni tampoco es motivo para una disquisición moral. La prostitución es presentada como una falsa salida, otra forma de explotación. El matrimonio no es esa institución hecha para los ángeles del hogar, pero Carnés no cae en el regodeo zolesco de mostrar las lacras de las familias obreras. Solo el trabajo digno y el acceso a la educación podrían liberar a las trabajadoras, pero es un horizonte que ni siquiera atisban la inmensa mayoría de ellas.
La verdad es que esta obra me ha impresionado y quizá, por primera vez, he leído una novela escrita por una trabajadora. Es una de esas trabajadoras cuya existencia no registran nuestras miradas y que solo forman parte del decorado de la cafetería donde tranquilamente nos tomamos el café y el cruasán. Carnés, una escritora invisibilizada tantos años, nos muestra a otros seres invisibilizados. Por eso, leer esta novela es, entre otras cosas, un acto de justicia.
A mi también me gusto mucho esta novela, tengo pendiente leer algo más de esta autora. Un saludo
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Esther. La misma editorial ha publicado un libro de cuentos que parece interesante. Un abrazo.
ResponderEliminarhabía oído hablar de la autora en algún reportaje de esos que han surgido en los últimos años sobre las mujeres de la generación del 27, las "sinsombrero", tan ninguneadas como siempre lo son las mujeres en el mundo de los hombres.
ResponderEliminarNo he leído nada suyo, pero apunto este "Tea Rooms" que con tu reseña me has hecho muy atractivo.
Un beso.
Lo tengo en versión digital, esperando su ocasión. Lo había apuntado de otra buena lectora.
ResponderEliminarTus líneas profundizan lo que ya sabía del libro, que de por sí ya me resultaba atractivo.
Un abrazo.
Gracias, Marcelo, por tu comentario
ResponderEliminarDesde luego, este es un libro diferente a cuanto había leído antes; hay quienes le reprochan a Carnés no profundizar en los personajes, que no haya introspección. Pero esa es precisamente "la tesis" de la autora. Solo las capas burguesas tienen tiempo para elaboradas introspecciones y mil matizaciones psicológicas de su representación del mundo y de sí mismos; las obreras tienen la mente embotada, el trabajo hace que su cuerpo y mente funcionen como con piloto automático.
Espero tu opinión sobre esta novela con mucho interés.
Un abrazo