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viernes, 27 de julio de 2018

LOS PECES NO CIERRAN LOS OJOS, Erri De Luca

Erri De  Luca  en Los peces no cierran los ojos consigue una atmósfera emocional de una originalidad y autenticidad poco frecuentes. La narración está impregnada de un lirismo contenido, un dominio de la palabra justa, rica en sugestiones, en epifanías inesperadas para el lector. No hay ni un solo tópico en esta novela de Erri de Luca.
Un hombre maduro, de 60 años, un trasunto del propio escritor, va rememorando a ese  muchacho que fue a los  diez años, sobre todo, los días de  verano en una isla de pescadores, próxima a Nápoles.  El niño tiene una cosmovisión que nos hace reflexionar sobre nosotros mismos y nuestra infancia; también sobre la relación que tenemos con nuestros propio recuerdos . Interesantísima  la relación del muchacho con la lectura, con la justicia, con su propio cuerpo, con sus padres. De vez en cuando el narrador  hace cuñas  e introduce impresiones y fragmentos de  su juventud, su madurez  insinuándonos con ellos  otra novela no contada. Pero sin duda, donde el autor  alcanza una belleza deslumbrante  es en la narración de ese primer amor con una muchacha de la que no recuerda el nombre. Conseguir  originalidad  en la narración de un primer amor solo está al alcance de una pluma como la de Erri de Luca.






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