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martes, 1 de agosto de 2017

LAS MEDITACIONES DE MARCO AURELIO LIBRO III


En este libro III de las Meditaciones se encuentran dos de los tópicos que recorren la cultura occidental hasta hoy: el Memento mori y la fama.  También un concepto de la belleza que incluye las aparentes desviaciones de los cánones y que son bellas por haberlas causado la propia Naturaleza.

LA BELLEZA
"Conviene también estar a la expectativa de hechos como éstos, que incluso las modificaciones accesorias de las cosas naturales tienen algún encanto y atractivo. Así, por ejemplo, un trozo de pan al cocerse se agrieta en ciertas partes; esas grietas que así se forman y que, en cierto modo, son contrarias a la promesa del arte del panadero, son, en cierto modo, adecuadas, y excitan singularmente el apetito. Asimismo, los higos, cuando están muy maduros, se entreabren. Y en las aceitunas que quedan maduras en los árboles, su misma proximidad a la podredumbre añade al fruto una belleza singular. Igualmente las espigas que se inclinan hacia abajo, la melena del león y la espuma que brota de la boca de los jabalíes y muchas otras cosas, examinadas en particular, están lejos de ser bellas; y, sin embargo, al ser consecuencia de ciertos procesos naturales, cobran un aspecto bello y son atractivas. De manera que, si una persona tiene sensibilidad e inteligencia suficientemente profunda para captar lo que sucede en el conjunto, casi nada le parecerá, incluso entre las cosas que acontecen por efectos secundarios, no comportar algún encanto singular. Y esa persona verá las fauces reales de las fieras con no menor agrado que todas sus reproducciones realizadas por pintores y escultores; incluso podrá ver con sus sagaces ojos cierta plenitud y madurez en la anciana y el anciano y también, en los niños, su amable encanto. Muchas cosas semejantes se encontrarán no al alcance de cualquiera, sino, exclusivamente, para el que de verdad esté familiarizado con la naturaleza y sus obras.

MEMENTO MORI

"Hipócrates, después de haber curado muchas enfermedades, enfermó él también y murió. Los caldeos predijeron la muerte de muchos, y también a ellos les alcanzó el destino. Alejandro, Pompeyo y Cayo César, después de haber arrasado hasta los cimientos tantas veces ciudades enteras y destrozado en orden de combate numerosas miríadas de jinetes e infantes, también ellos acabaron por perder la vida. Heráclito, después de haber hecho tantas investigaciones sobre la conflagración del mundo, aquejado de hidropesía y recubierto de estiércol, murió. A Demócrito, los gusanos; gusanos también, pero distintos, acabaron con Sócrates. ¿Qué significa esto? Te embarcaste, surcaste mares, atracaste: ¡desembarca! Si es para entrar en otra vida, tampoco allí está nada vacío de dioses; pero si es para encontrarte en la insensibilidad, cesarás de soportar fatigas y placeres y de estar al servicio de una envoltura tanto más ruin cuanto más superior es la parte subordinada: ésta es inteligencia y divinidad; aquélla, tierra y sangre mezclada con polvo."

LA FAMA

" Desecha, pues, todo lo demás y conserva sólo unos pocos preceptos. Y además recuerda que cada uno vive exclusivamente el presente, el instante fugaz. Lo restante, o se ha vivido o es incierto; insignificante es, por tanto, la vida de cada uno, e insignificante también el rinconcillo de la tierra donde vive. Pequeña es asimismo la fama póstuma, incluso la más prolongada, y ésta se da a través de una sucesión de hombrecillos que muy pronto morirán, que ni siquiera se conocen a sí mismos, ni tampoco al que murió tiempo ha."

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