lunes, 28 de enero de 2019

CARA DE PAN, DE SARA MESA: UNA MASA A MEDIO HACER





No hay escaparate de librería en el que falte Cara de Pan, de Sara Mesa. Siempre le cabe a uno la sospecha de que, a más de los méritos de la escritora, hay detrás un potente trabajo de mercadeo, como lo llaman los argentinos. Es precisamente esa sospecha la que me había hecho dudar a la hora de leer esta novela breve. Mi impresiones, tras su lectura, son ambiguas. La novela tiene bastantes fortalezas y algunas debilidades.

Empecemos por las fortalezas: Sara Mesa se atreve con una historia que puede resultar muy espinosa y sale bien parada del atrevimiento. La relación entre una niña y un viejo está vinculada en el imaginario literario a Lolita y  a las noticias periodísticas sobre abusos a menores. Mesa juega con esa tensión heredada; sin embargo, la historia está escrita con claves muy diferentes: sus dos personajes, la niña Casi y el  Viejo, son dos desarraigados de un mundo donde no encajan, y  que se encuentran por casualidad en un rincón "secreto" del parque. La relación toma un rumbo inesperado, aunque su colapso traumático sobrevuela continuamente la narración. ¿En qué consiste esa relación entre Casi y Viejo? La respuesta a eso es el motivo por el merece la pena leer la novela.

Sara Mesa se ha propuesto romper con esquemas preconcebidos y con tópicos, y solo lo ha conseguido a medias. En la creación del personaje del Viejo es brillante: vemos, sentimos, nos creemos a ese personaje; casi esperamos  encontrarlo por el parque de nuestra ciudad.  La primera debilidad de la novela es la creación del personaje de Casi, que es  un poco más estereotipada, más previsible de lo deseable, aunque Mesa haya hecho un gran esfuerzo por salirse de lo trillado. Donde falla estrepitosamente la autora es en los personajes secundarios: topicazos sobre los docentes de Casi, topicazos sobre los psicólogos de Viejo, topicazos sobre los padres de la adolescente.  

Se nota en la novela que Sara Mesa ha hecho un gran esfuerzo por encontrar el tono y el ritmo narrativo adecuados. Lo consigue en las 100 primeras páginas: terso y tenso, el tono y el ritmo nos avisan de que nos precipitamos a un conflicto que no crean los personajes sino la mirada exterior que los va a juzgar. El lector sabe que un conflicto grave espera agazapado detrás de algún arbusto. Pero... Sara Mesa le esmotea al lector la parte  de más interés: el desarrollo del conflicto. Es como si no hubiera tenido fuerzas para llevarnos a la ciénaga en la que embarrarán a la adolescente y al viejo. Así que hace una gran elipsis para llevarnos al desenlace. A Mesa le faltan tablas para  desarrollar esa parte donde sí que explotan los estereotipos y la sociedad se muestra vengadora. Claro, se hubiera perdido el tono ligeramente lírico de la narración... El final es, pues, decepcionante, propio de una autora que aún no tiene maestría para mantener el tipo en los episodios de fuerte conflictividad de la historia.

En resumen, es una novela que me merece la pena ser leída, sobre todo, porque sus aspectos brillantes auguran a una gran escritora.

domingo, 27 de enero de 2019

Nada se opone a la noche, Delphine de Vigan

Delphine de Vigan encuentra a su madre muerta de una muerte que no parece natural. Ese es el detonante de su deseo de reconstruir la vida de su familia con el propósito prácticamente irrealizable del entender el desenlace.

En la investigación de la vida de los suyos utilizará varios materiales: sus propios recuerdos, las versiones de los hechos de  sus tíos, las grabaciones de caste de su abuelo, las cintas de vídeo tomadas en las vacaciones…

La obra también es una reflexión sobre el hecho mismo de escribir, de transformar palabras y hechos del pasado en literatura,  de las limitaciones del recuerdo, de su falta de certeza absoluta, de la incapacidad del lenguaje de desvelar el hecho puro o dar con  la explicación inequívoca.

En su indagación familiar, la narradora se enfrenta a secretos de difícil manejo narrativo y de difícil interpretación. Es en el desvelo de esos secretos donde la narración alcanza su clímax narrativo; otros momentos de la novela son una acumulación  a modo de torrente de anécdotas y descripciones que pueden llegar a cansar al lector. Se comporta Delphine de Vigan como esos buscadores de oro que para encontrar una pepita tienen que remover toneladas de tierra. Sin embargo, a veces se le va la mano a la autora con ese remover de  territorios del recuerdo: hay terrenos que son estériles. Todo narrador sabe que en el proceso de escribir es importante el acto de desechar. Delphine de Vigan abusa indagando hasta el detalle nimio a ver si en él encuentra la clave de la vida de su madre, de su familia. Al final, le ocurre como al personaje de Peer Gynt, de Ibsen: buscando el meollo de su personalidad, su yo auténtico, va examinándola capa tras capa como si fuera una cebolla, pero encuentra que el meollo no es sino una capa más.Nunca se llega al fondo de nada ni a la explicación última ni a la causa primera.

La novela me ha parecido como esas cajas rebosantes de fotografías con las que hay que hacer un álbum que recorra  una historia; pues bien, a la novela de Delphine le sobran muchas fotos que poco añaden a su comprensión; le sobran muchas páginas.







martes, 22 de enero de 2019

Léxico familiar, de Natalia Ginzburg: una novela tediosa

Acabo de leer Léxico familiar. Mi lectura había sido precedida de varias recomendaciones personales y de elogiosas reseñas. Tanto elogio me causa  un cierto rubor a la hora de escribir esta reseña, y es que  la obra de Natalia Ginzburg me ha aburrido, y me ha parecido una novela mediocre:   no recuerdo ninguna otra novela que me haya provocado tal tedio, y llevo décadas leyendo novela. Quizá haya influido el hecho de que hace unas semanas leí  La conjura contra América, de Philip Roth, y que soy una rendida admiradora de Si esto es un hombre, de Primo Levi, una víctima del fascismo, tema del que también trata la Ginzburg. 

Léxico familiar  me ha  provocado el  mismo tedio de  una larga llamada telefónica en que una conocida  te mantiene a la escucha cinco horas para contarte su vida sin ahorrarte ningún detalle  que recuerde, solo por eso, porque lo recuerda.  Algunos de ustedes lo habrán vivido alguna vez: una narración llena de pasajes anodinos  que solo interesan a la comunicante, mientras  el sufrido oyente se  pregunta cuándo contará algo que además de interesarle a ella, le interesa también a él.  Imaginen a esa  amiga  quejándose de que la vecina del cuarto siempre pasa la aspiradora a las cinco de la mañana, de que su marido se echa ventosidades  en público,  de que al pan muy blando  en su familia lo  llaman "yoyitas", de que ha ido al dentista y se ha encontrado con Jaime, y  que Jaime es cuñado de Marisol... de que está preparando una muda de calzoncillos para llevársela a su  Ramón, que está en la cárcel, ¡ah! y que se le olvidaba, el tabaco ha vuelto a subir. 

 Otra de las analogías que me ha venido a la mente  mientras padecía la narración de la Ginzburg  es la siguiente: imaginen la casa de unos padres; ellos han muerto, y su hija tiene que vaciarla. Los objetos que hay en la casa familiar están llenos de recuerdos... para la hija: transmitir interés a otros por esa porcelana quebrada,  por el platito donde comía la abuela, por el sofá donde se dormía Paquito, por  el tenedor con el que Luisito jugaba a espadachín,  por las sábanas que bordó la bisabuela... solo lo consiguen los escritores que saben darle a lo particular significado  universal y que saben que no todo material es narrativamente relevante. Para suscitar interés por nuestras pequeñas vidas,  se necesita ser un genio, o al menos, tener talento.

 Tercera analogía: escribieron un diario y  lo leen al cabo de los años: es su vida,  pero algunas páginas se las saltarán, creanme,  porque incluso  para ustedes carecerán de interés. Otras hojas los emocionarán simplemente porque eso les sucedió  a ustedes. Si el propósito de Ginzburg era  despojar  a la narración  de  la profundidad y relieve que parecen darle muchos autores... enhorabuena, lo ha conseguido. Que la mayoría de las vidas, en realidad, carecen de argumentos arrebatadores  y no son sino una suma desarticulada  de detalles que vamos olvidando, Ginzburg  lo hace sentir a la perfección, pese a que ella le tocó vivir una etapa histórica que sí hizo reflexionar  a otros sobre el sentido de la vida y sobre nuestra conexión con el devenir histórico. El  paso del fascismo por la vida de estos personajes tuvo que ser significativo, sí, pero no basta con decirlo, con enunciarlo, hay que recrearlo. He leído recreaciones de peleas callejeras que transmiten mucha más verdad que la de  la madre de Ginzburg cuando los fascistas arrestaban a amigos y familiares.

En cuanto al estilo, sin duda, está en la línea de los escritores que abandonan " los artificios" y "el efectismo". Dicen que esta autora logra una aparente sencillez, que lleva mucho trabajo. Opino que lo que consigue, más bien,  es un estilo plano, monótono,  anémico, sin pulso. 

Por lo que ido leyendo en internet, sé que esta opinión mía es minoritaria. Sin embargo, desde hace algunos años,  me importa cada vez menos  disentir de la consideración de obra maestra de la que gozan tantas novelas hoy día y que, probablemente, dentro de cincuenta años,habrán caído en el olvido.




domingo, 20 de enero de 2019

Hiperión, de Hölderlin o la desazón romántica

Hiperión, de Hölderlin es una de las joyas del Romanticismo. No muy leída en España, se ha quedado como una reliquia para estudiosos, o esa es mi impresión.  Al lector contemporáneo, a quien  ni siquiera el realismo sucio le parece sucio, obras como la de Hölderlin le suelen  de un idealismo desmesurado. Sin embargo, Hölderlin recoge en esta obra muchos de  los síntomas de la gran crisis de la Modernidad. El Capitalismo iniciaba su paso triunfal armado de la ciencia y la razón, que enseguida puso al servicio de la técnica, que tendría que estar al servicio de la creación de beneficios económicos de una élite. Quienes no entraran en esa dinámica, sobraban; los poetas fueron expulsados de la república, no porque  hicieran copias de copias, como decía Platón, sino por todo lo contrario: porque de sus obras no se vendían suficientes. Viendo cómo la naturaleza se convierte en fuente de recursos económicos y se la explota sin misericordia; viendo cómo el ser humano no es más que mano de obra, y se lo explota sin misericordia; viendo como el arte no es más que una mercancía más que ha de someterse a las leyes de mercado...los poetas presentan los primeros el mal de siglo que luego se extenderá por todas las capas hasta llegarnos al tuétano. 
Estos son esos rasgos del Romanticismo que, en mi opinión, pueden encontrar en Hiperión  y que todavía nos dicen muchos de nosotros.

1.El rechazo al racionalismo     Como tantos otros románticos, en Hiperión, Hölderlin  advierte de que la razón no lo puede todo, que la inteligencia no hace siempre el mundo inteligible. El poeta accede a otra comprensión que nos es más  necesaria que la que da la razón.  Habla ya desde el presentimiento de que la razón instrumental, puesta al servicio del economicismo arrumbará la voz del poeta, lqa situarán en los márgenes de la sociedad, la desprestigiará como inútil, o como aperitivo y ornamento de las  fiestas burguesas. Se convertirá en el mendigo de esa sociedad: “El hombre es un dios cuando sueña y un mendigo cuando reflexiona”

2.La soledad. El tema de la soledad era prácticamente inexistente como problema vital antes del Romanticismo. Cierto que el malestar con la vida urbana  y las épocas conflictivas había dado ya en la Antigüedad el tópico de la vida retirada, de la huida al campo, de la bucólica contemplativa. Sin embargo, es con los románticos con quienes la soledad es un sentimiento de escisión. Con ellos, el tema de la soledad es el síntoma de una sociedad que va a hacer de la alienación ( de sí mismo y de los demás) un tema recurrente. La soledad, por un lado, se exalta como el momento más profundo de la introspección subjetiva y de comunión con la naturaleza,convertida en nueva divinidad. Höldelin, en Hiperión, a su vuelta a Alemania habla de la soledad del hombre que no encuentra comunidad entre otros hombres ; al final,  presenta la  soledad humana que se consuela en el panteísmo, en el sentimiento de que  el uno y el todo son lo mismo y, por lo tanto, vivos y muertos, presentes y ausentes forman parte indestructible de la Naturaleza, del Universo.

3.La naturaleza bella, sublime, fuerza del alma, compañera del enamorado, fuente de inspiración, refugio contra la angustia. Muchos de nuestros sentimientos y nuestra visión sobre la naturaleza los hemos heredado de los románticos. Hölderlin es uno de esos poetas que la diviniza con tal sinceridad que conmociona. Hay momentos en Hiperión que recuerdan a Keats, ese magnífico poeta inglés que hizo de la contemplación de una arbusto un momento religioso.

 4.El individualismo y el deseo de comunión social. El Romanticismo es el reinado del YO. El punto de vista desde el que todo se filtra. Ese subjetivismo ha quedado en nuestra cultura y para colmo la ciencia  hasta  antes de la física cuántica tan objetiva afirma que no se puede separar sujeto de objeto en la investigación científica. En Hiperión tenemos a un individuo en busca de su plena realización humana ( que para Höldelin es lo mismo que decir divina) a través de cinco  valores fundamentales indisolubles: el amor ( Diótima), la lucha por la libertad ( Grecia), la comunión con la naturaleza, el amor a la belleza ( en sus varias expresiones, entre ellas, la propia poesía), la comunión con la humanidad. El Romanticismo pondrá de relieve una y otra vez la difícil dialéctica entre individuo y sociedad. Hiperión acaba desencantado de la comunidad de hombres libres que luchaban en Grecia y se refugia en la naturaleza.

5.El amor y la muerte Como queda dicho, uno de los ejes temáticos de Hiperión es el amor. Diótima es el amor espiritual y puro; su sino es trágico pese a la voluntad de los amantes. En el Romanticismo cuando no es es alguna norma o ley autoritarias es la muerte la que se alza como el gran obstáculo. Claro que la muerte, dado el panteísmo romántico de Höldelin, no es el final. Los amantes quedarán otra vez reunidos porque cada ser  es parte de un todo eterno: “Todo lo que se separa vuelve a unirse”.

6.La lucha por la libertad de los pueblos oprimidos.   Recordemos a Byron; recordemos a Ugo Foscolo. Muchos románticos se entusiasmaron con luchas que hoy llamaríamos de liberación: las de Grecia, las de Italia...  En esas  luchas contra la tiranía, no pocos acabaron como Hiperión: espantados de que quienes luchaban  por la libertad acabasen  con el mismo comportamiento de aquellos contra los que luchaban.  Ocurrió como ya le pronosticó Diótima: después de conquistar la libertad muchos olvidan para qué la conquistaron. Hiperión pierde la fe en la comunidad de seres humanos libres;  el desengaño depresivo forma parte de las reacciones emocionales de muchos románticos y de sus personajes. Fueron los primeros en advertirnos de que tuviéramos cuidado con el idealismo revolucionario, que utiliza los mejores corazones y las mejores mentes para aupar, en muchos casos, a la escoria oportunista. Aun peor, quienes empiezan con ideales nobles pueden acabar con comportamientos inmundos.

7.El mundo griego   Pese al innegable amor que Höldelin muestra en muchos de sus poemas hacia Alemania, es indudable que su mundo ideal estaba en la Grecia antigua, la de los héroes homéricos, la de los artistas sublimes; un mundo al que la belleza le era connatural. Alemania es el reino de la mediocridad, del utilitarismo ramplón, de la mentalidad cobarde… 

Lean Hiperión con calma, con delectación. Piensen que quizá el dolor y la angustia  que  se respira en  la obra lo hayamos vulgarizado,  nos parezca retórico, como tantas otras cosas del Romanticismo, pero que,  por debajo de nuestro escepticismo,  laten muchas de esas  aspiraciones y desengaños.  Toda crisis, y no cabe duda de que  en nuestros días estamos viviendo una tremenda, nos devuelve a la desazón romántica del desencantado Hiperión.









martes, 15 de enero de 2019

NOVELAS LATINOAMERICANAS DE NUESTROS DÍAS




Pasó el boom de la novela latinoamericana en España, aunque tras él  nos hayan quedado  para siempre sus autores: Gabriel García Márquez, Julio Cortázar, Juan Rulfo, Vargas Llosa, Alejo Carpentier y tantos otros. Sin embargo, parece que hoy se impone por goleada la novela anglosajona en nuestros mercados. No hay más que  ver las 100  recomendadas por Amazon  como imprescindibles: todas en inglés. Bueno sería que nos interesáramos más por la novela que se escribe en tierras de habla hispana, aunque solo fuera por degustar nuestra idioma de primera mano y no de segunda, en traducciones. Aquí les adelanto una lista de novelas que me han ido sugiriendo algunos miembros de El club de los libros perdidos. Espero que con su ayuda se vaya completando esta lista de sugerencias.
  • ARGENTINA
  1. Samanta Schweblin  Pájaros en la boca, Ed. Lumen
  2. Federico Falco, Un cementerio perfecto, Ed. Demipage
  3. Eduardo Sacheri, La noche de la Usina, Alfaguara
  4. Carlos Gamerro, Las islas Ed. Edhasa
  5. Martín Caparrós, Los Living  Ed. Anagrama
  6. Gabriela Cabezón Cámara, La Virgen Cabeza
  7. Jorge Luis Sagrera, El talón de Esaú,
  8. Rita  Laura Segato, Ed. traficantes de sueños 
  9.  Pablo Ramos El origen de la tristeza,  Ed. Malpaso
  10.  Selva Almada,  Chicas muertas, Ed Random House
  11. Claudia PiñeiroTuya Ed Alfaguara
  12. Sergio Olguín, La fragilidad de los cuerpos, Tusquets
  13. Fernanda García Lao, Muerta de hambre, Ed. El cuenco de plata
  14. Guillermo Martínez Crímenes Imperceptibles
  • BOLIVIA
  1. Edmundo Paz Soldán, Los vivos y los muertos, Alfaguara
  2. Juan Pablo Piñeiro, Cuando Sara Chura despierte
  3. Homero Carvalho, Santo Vituperio
  4. Sisinia Anze, El abrigo negro
  5. Liliana Colanzi,  Nuestro mundo muerto
  • CHILE
  1. Isabel Allende: Más allá del invierno, Plaza & Janes
  2. Diamela Eltit, Umar,  Seix Barral
  3. Lina Meruane, Fruta podrida, Ed. Eterna Cadencia
  4. Rafael Gumucio, El galán imperfecto ED. Random House
  5. Marcela Serrano, Diez mujeres
  • COLOMBIA
  1. Germán Castro Caycedo: Que la muerte espere  Ed. Planeta Colombia 
  2. Mario Mendoza: Satanás, Seix Barral
  3. Héctor Abad, El olvido que seremos, Seix Barral
  4. Piedad Bonnett,  Lo que no tiene nombre,  Alfaguara
  5. Julio Gabriel Vásquez, Los informantes, Alfaguara
  6. Laura Restrepo, Delirio, Alfaguara
  • COSTA RICA
  1. Carlos Cortés Zúñiga, Larga noche hacia mi madre,  Alfaguara
  2. Fernando Contreras Castro, Cierto azul, Amazon
  • CUBA
  1. Leonardo Padura: El hombre que amaba a los perros, Ed. Tusquets
  2. Alberto Guerra Naranjo,  La soledad del tiempo
  3. Pedro Juan Gutiérrez El Rey de La Habana
  4. Aida Bahr, Las voces y los ecos 
  5. Carlos Manuel Álvarez, Los caídos
  • ECUADOR
  1. Santiago Páez, Crónicas del breve reino
  2. Eliécer Cárdenas, Raffles, manos de seda
  3. Solange Rodríguez, La primera vez que vi un fantasma
  4. Javier Vásconez, El viajero de Praga  Ed. Pre-textos
  • EL SALVADOR
  1. José Roberto Cea, La generación comprometida 
  2. Alfonso Quijada Urías, Lujuria tropical
  • GUATEMALA
  1. Héctor Gaitán, Cuentos de muertos y cementerios Librería Artemis
  2. Arnoldo Gálvez Suárez, Puente Adentro, Ed. F&G
  • HONDURAS
  1. Horacio Castellanos Moya, Moronga, Ed. Random House
  2. Ramón Amaya Amador, Pasión verde
  • MÉXICO
  1. Elmer Mendoza, Balas de plata  Ed. Tusquets
  2. Gonzalo Celorio, El viaje sedentario Ed. Tusquets
  3. Juan Villoro, Arrecife, Anagrama
  4. Cristina Rivera GarzaLa cresta de Ilión, Tusquets
  5. Jorge Volpi, Una novela criminal, Alfaguara
  6. Guillermo Fadanelli Hotel DF   Ed. Random House
  7. Guadalupe Nettel Después del invierno Ed Anagrama
  8. Álvaro Enrigue Ahora Me Rindo Y Eso Es Todo  Ed. Anagrama
  9. Julián Herbert  Tráigame la cabeza de Quintin Tarantino E. Penguin Random House
  10. Xavier Velasco, Diablo guardián, Alfaguara
  11. Tryno Maldonado  Temporada de caza para el león negro Anagrama
  12. Paco Ignacio Taibo II El olor de las magnolias, Ed.Planeta
  13. Elena Poniatowska La piel del cielo, Alfaguara
  14. Laura Esquivel  Malinche  Ed. Debolsillo
  15. Ángeles Mastretta, La emoción de las cosas  Ed. Planeta
  16. Héctor Aguilar Camín: Morir en el golfo  Ediciones Cal y Arena
  17. Fernanda Melchor, Temporada de huracanes  Ed. Random House
  18. José Agustín  La Panza del Tepozteco.
  19.  Enrique Serna, Fruta verde
  20. Arturo Meza, El Santo nunca pierde
  • NICARAGUA
  1. Gioconda Belli, El infinito en la palma de la mano Seix Barral
  2. Arquímedes GonzálezLas pequeñas aventuras de Jan El Grande
  3. Sergio Ramírez Mercado, Ya nadie llora por mí
  4. Milagros Terán, Sol lascivo
  • PANAMÁ
  1. Consuelo Tomás, Lágrima de Dragón
  2. Carlos Fong, Aviones dentro de casa
  3. Enrique Chuez, La mansión de Drácula
  • PARAGUAY 
  • Evelio Carlos Anzoategui Gómez, En la maleta de un inmigrante
  • Renée Ferrer, Los nudos del silencio
  • Susana Gertopan, El retorno de Eva

  • PERÚ
  1. Alonso Cueto, La hora azul  Ed. Random House
  2. Vargas Llosa, El paraíso en la otra esquina  Ed Punto de lectura
  3. Renato Cisneros, La distancia que nos separa Ed Planeta
  4. Raúl Tola, Flores amarillas  Ed. Alfaguara
  5. Santiago Roncagliolo, La cuarta espada  Ed. Debate
  6. Katya Adaui,  Aquí hay icebergs Ed. Random House
  7. Maria José Caro, Perro de ojos negros
  • PUERTO RICO
  • Mayra Santos Febres La amante de Gardel
  • Magali García RamisFelices días, tío Sergio
  • REPÚBLICA DOMINICANA

  1. Andrés L. Mateo, La balada de Alfonsina Bairán
  2. Miriam Mejía: Extraordinarias y diosas:heroínas de la cotidianidad

  • URUGUAY
  1. Damián González Bertolino, Los trabajos del amor
  2. Valentín Trujillo, Cómanse la ropa

  • VENEZUELA
  1. Luis Britto García, Abrapalabra  Ed. Alfadil Ediciones
  2. Victoria Stefano, Lluvia   Ed. Candaya

domingo, 13 de enero de 2019

UN EXTRAÑO EN PARÍS, DE W. SOMERSET MAUGHAM

No es la primera vez que me pasa: no tener noticia alguna de un autor hasta encontrar su nombre  en un manual de Literatura. Así me sucedió con W. Somerset Maugham. Lo incluí  de inmediato en esa larga lista  de  propósitos que bien podría llamarse la lista interminable. Elegí como primer bocado El filo de la navajaEsta novela atrapó de inmediato mi curiosidad  por la  forma de retratar la Europa de Entreguerras, tan diferente a la de Hemingway, de quien acababa de leer París era una fiesta y  Adiós a las armas. Me sorprendió el contraste de estilos y  de  visiones sobre un mismo lugar en los mismos años.  Frente al estilo escueto y a la visión renovada que ofrece Hemingway, Somerset Maugham tiene una cremosidad  decimonónica que me dejó totalmente desconcertada.Por lo demás, sus personajes no parecen haber pasado realmente por la Gran Guerra; digo realmente porque el tema está presente en la obra, pero no acaba de transformar a los personajes en profundidad, ni siquiera al protagonista  "rebelde" y "anticonvencional". Tampoco la Crisis del 29 supone ningún cambio de calado: es  solo una variación en las Bolsas que, como en un casino, ha  hecho que  el dinero circule de  unos bolsillos a otras, y punto. Somerset Maugham  se resiste a  abandonar el salón acolchado en que  la burguesía de la Belle Époque disfrutaba de un mundo delicatessen, ese mundo de ayer que fue el mejor de los mundos para autores como Stefan Zweig.

No me apresuré a leer una segunda novela de Maugham, aunque tampoco taché su nombre de la lista interminable. Volví a él sugestionada por  el título de otra de sus novelas, Un extraño en París.  Como al personaje de la novela, a muchos  nos arrastra  a esta ciudad un imaginario estereotipado, alimentado por la literatura, el cine, la moda, la historia... París mantiene su poder de evocación,  haciéndonos a algunos un poco papanatas.  El protagonista de la novela, Charles Mason, va en busca de un París bohemio donde vivir alguna aventurilla de riesgos controlados,  y va  en busca del París cultureta de los museos y los conciertos de música clásica. Claro, si fuera esto lo que hubiera encontrado, no habría  novela o tendría que haberla escrito Georges Perec. La historia tramada por Maugham, un condensador de tópicos como he visto pocos, transcurre en cinco días de la época navideña: del 23 al 27 de diciembre, de algún año de los felices 20 del siglo XX. Son  las vacaciones de un joven burgués de 23 años a quienes sus padres le sugieren pasar una Navidad diferente a la hogareña. Ni siquiera es una iniciativa del muchacho: va con el aval paterno. El joven tiene que iniciarse sexualmente y los padres, burgueses tolerantes y modernos, prefieren que sea con el glamour de una aventura parisina a que lo sea en un burdel inglés, más funcional y gris. Como París es París, esperan que el niño repase las lecciones  sobre Arte que un día le dieron en el Louvre y deleite su espíritu con  buena música. Un pack de viaje  envuelto en celofán.

Dos personajes van a impedir que París sea una fiesta para Charles: Olga, una prostituta rusa,  y Simon, un joven huérfano que recibió la caridad de la familia de Charles y que, como personaje zolesco, no puede superar su mala entraña heredada. Los fallos de la novela, que son garrafales, se evidencian  en la creación de los personajes. Pongamos la atención sobre  Charles y su increíble familia y sigamos con los demás.

La familia Mason                 
¿Creen ustedes en la familia perfecta?, afino más, ¿creen ustedes en la familia perfecta de  burgueses ricos? ¿Se les hace difícil imaginarla? Si la imaginación no les llega, lean esta novela de Maugham. ¿Discusiones  matrimoniales? Ninguna. ¿Tensiones entre padres e hijos? Ninguna. ¿Tensiones entre hermanos? Ninguna. ¿Consciencia de explotar a los trabajadores? No. ¿Problemas con alguna amistad? No. ¿Secretos familiares? Ninguno. ¿Problemas económicos? Ninguno. ¿Avergonzados de su pasado? No. ¿Preocupados por el futuro?  No.  
Los  Mason son amantes del arte, pero sin extravagancias. Cultivan el talento artístico de sus hijos, pero comedidamente. No le impiden a su hijo dedicarse al arte, pero le convencen de su mediocridad.  Charles podría vivir de las rentas, pero  le inculcan  la moral protestante del trabajo,  que  Charles hará sin pasión, pero sin desagrado. ¿El sexo? Un asunto que se trata civilizadamente. ¿El matrimonio? Una necesidad social que es un éxito si uno es razonable. Entonces, ¿qué perturba la diáfana vida del bondadoso Charles?: darse cuenta, ¡oh sorpresa!, de que su forma de  vida,  contrariamente al imperativo kantiano, no es universal. No, "Charles, no, -le vendrá a decir Olga- todo el mundo no vive como tú y ni siquiera toda la literatura que has leído, recomendada por tus vigilantes padres,  te ha permitido darte cuenta de una verdad tan conocida por el común de los mortales". El personaje de Charles es lo que en literatura se llama  un estereotipo: nace de una pieza y así chocamos de cabeza con él a lo largo de la novela. Maugham nos engaña cuando dice que esos cinco días en París  han cambiado a Charles, a no ser que cambiar signifique  registrar mentalmente que no todo el mundo comparte sus privilegios, y  que esos privilegios hacen su vida burguesa algo más monótona que la de muchos de aquellos que no los tienen. 

Olga
Olga, la princesa rusa que ni es princesa ni se llama Olga, va a ser la acompañante de Charles durante esos días navideños. Claro que Olga no puede ser una prostituta como tantas otras cuyo nombre se confundiría en la niebla de los recuerdos. La tal Olga, cuyo nombre real es Lydia, tiene una historia de personaje ruso. Maugham nos ha querido hacer aquí un remedo de la Katia de Resurrección o de la Sofía de Crimen y Castigo.  Maughan trasplanta a París esa alma rusa entregada a un sacrificio purificador, con lo que  produce una impresión constante de falsificación, de copia averiada, de pretensión fallida. Olga es una parodia involuntaria de Sofía o Katia. Esa mezcla de ser pobre, intelectualmente débil, pero de un alma pura y grande llega a una caricatura  de difícil digestión.  La ignorante Lydia, por lo demás, es capaz de sentir el arte (la música, la pintura) en una dimensión espiritual intuitiva que retoma ideas románticas caducas. Por si esto fuera poco, la pobre Lydia es también víctima, como la Lara de El Doctor Zhivago, de los bolcheviques. Aquí Maugham se despacha ideológicamente a gusto.  Lo peor de todo es que, en todo momento, Lydia parece el ventrílocuo del autor: por su  garganta  surge un análisis de un bodegón en el Louvre; con ella hace un análisis de la música rusa; con ella expone sus ideas políticas; con ella hablan personajes literarias prestados...

Por otra parte, Olga, esa cenicienta que se purifica en el fango, encuentra un príncipe azul parisino. Se casa con un joven encantador de la pequeña burguesía francesa, nacida de glorias pasadas. Como Maugham  eleva a sus personajes a  categoría de prototipos, mucho me temo que en este individuo psicopático haya también un contenido, un aviso contra la pequeña burguesía, que con el vientre lleno, solo puede aficionarse a actividades delictivas por entretenimiento. Ya se sabe que el aburrimiento crea más monstruos que los sueños de la Razón.

Simon
Acabemos con Simon, la joya de la novela. Simon es un joven que en su  niñez fue acogido caritativamente por la familia de Charles. Con él, cumplían con su cuota de caridad social. Nadie lo quería en la familia  salvo Charles, que en su inmensa bondad, lo consideraba su amigo; al acoger a Simon la familia Mason cometió un grave error: la moraleja es esa de "Cría cuervos..." Simon está en París en el momento en que Charles va allí a pasar esos cinco días navideños. Simon representa al proletariado, en un principio, y a los revolucionarios profesionales, después. Ni que decir tiene que es un monstruo. Se está preparando para ser la sombra de algún líder carismático que maneje a las masas como a borregos. Simon se prepara para ser el dirigente del aparato represivo de una futura dictadura.  En ese ser todopoderoso en la sombra ve el desarrollo de toda su potencialidad personal. Pese a ello, Charles no puede retirarle su amistad, mostrando la peligrosa confianza de la burguesía.

Como se ve por lo dicho, el autor  cae en  la simplificación de la realidad y en un maniqueísmo  impropios de un escritor que se respete. Puede tanto en él la intención ideológica que se retrotrae a esas formas maniqueas de las novelas de tesis y ni siquiera tiene la pasión de los culebrones. Además, en la novela, los personajes no hacen otra cosa que discursear, ese error contra el que advertía Henry James. Esa tendencia a encasquetar  al lector largos discursos ideológicos ya era notoria en El filo de la navaja, solo que esa novela tenía otras cualidades que la salvaban. En un extraño en París  no hay contrapesos a esa tendencia, y la novela se hunde.   


Mi conclusión es evidente: si apuntan esta novela en su lista interminable, que sea a la cola. Como  venía a decir  el escritor portugués, Gonçalo Tavares,  aquel que lee libros  malos piensa que es inmortal. Es una idea de la que estoy cada vez más convencida.













domingo, 6 de enero de 2019

RECOMENDACIONES DE LECTURAS PARA NIÑOS Y ADOLESCENTES

Frecuentemente padres, docentes o los propios adolescentes piden recomendaciones de lectura. Con frecuencia estamos atascados en una o dos recomendaciones que hemos dado desde años. Aquí les dejo a todos una lista de novelas, unas juveniles, otras que sin serlo  podrían gustarles a algunos adolescentes. Clicando en el enlace pueden  informarse del tema de cada libro y, en algunos casos , de la edad para la que está recomendado. Por supuesto, se admiten sugerencias.

  1. No te muevas, Musaraña, Rafael Salmerón
  2. La balada de los unicornios, Ledicia Costas
  3. Guardianes de la ciudadela, Laura Gallego
  4. Invisible, Eloy Moreno
  5. Desconocidos, David Lozano
  6. Biografía de un cuerpo, Mónica Rodríguez
  7. Un monstruo viene a verme, Patrick Ness
  8. El reloj mecánico, Philip Pullman
  9. La puerta del bosque, Melissa Albert
  10. Se cerraron mis ojos, Patrick Bard
  11. Donde los árboles cantan, Laura Gallego
  12. El ladrón del rayo   Rick Riordan
  13. Memorias de Idhún, Laura Gallego
  14. Steelheart,  Brandon Sanderson
  15. Sangre de Campeón, Carlos Cuauhtemoc Sánchez 
  16. La batalla de un sueño invencible, David Alvárez Vásquez 
  17. El caballero de la armadura oxidada, Robert Fisher
  18. El descubrimiento de Filo Episteme, Mathew  Lipman
  19. Las crónica de Kane,  Rick Riordan
  20. Magnus Chase, Rick Riordan
  21. Magisterium. La torre de oro  Cassandra Clare y Holly Black
  22. Fablehaven, Brandon Mull
  23. Gregor: el oscuro secreto,  Susan Collins
  24. La vuelta al mundo en 80 días, Julio Verne
  25. Viaje al centro de la tierra, Julio Verne
  26. La isla misteriosa, Julio Verne
  27. Cinco semanas en globo, Julio Verne
  28. Dos años de vacaciones, Julio Verne
  29. Un capitán de quince años, Julio Verne
  30. Tom Sawyer, Mark Twain
  31. Las aventuras de Huckleberry Finn, Mark Twain
  32. El príncipe y el mendigo, Mark Twain
  33. Matar a un ruiseñor, Harper Lee
  34. Bajo la misma estrella, John Green
  35. Play, Javier Ruescas
  36. Al otro lado de la pantalla,  Alba Quintas Garciandía
  37.  El niño con el pijama a rayas, John Boyne
  38. La rueda del tiempo, Robert Jordan y Brandon Sanderson
  39. El señor de los anillos, J.R.R. Tolkien
  40. Yo, Robot, Isaac Asimov
  41. Historias de Terramar, Ursula K. Le Guin
  42. Las ventajas de ser un marginado, Stephen Chbosky
  43. Violet y Finch, Jennifer Niven
  44. El Hobbit, J. R. R. Tolkien
  45. El secreto de la esfinge, Ana Alcolea
  46. Los archivos secretos de la Sra. Basil E. Frankweiler
  47. El curioso incidente del perro a medianoche , Mark Haddon
  48. La feria de las tinieblas, Ray Bradbury
  49. Kafka y la muñeca viajera, Jordi Sierra i Fabra
  50.    El hombre invisible, H.G. Wells
  51. Un saco de canicas, Joseph Joffo
  52. El conde de Montecristo, Alejandro Dumas
  53. Saga "Los juegos del hambre", de Suzanne Collins
  54. Divergente, de Verónica Roth
  55. Las ventajas de ser invisible, de Stephen Chbosky
  56. Ciudades de papel, de John Green
  57. Academia de vampiros, de Richelle Mead
  58. Sweet Sixteen, Annelise Heurtier
  59. Atlas de las constelaciones, Susanna Hislop
  60. Yo, Leonard,Ralph Steadman
  61. La ladrona de libros, de Markus Zusak
  62. El juego de Ender, Orson Scott Card
  63.   El Principito, de Antoine de Saint Exupéry
  64.   Un mundo feliz, de Aldous Huxley
  65.  Volví para mostrarte que podía volar, Robin Klein
  66.  La elegancia del erizo, Muriel Barbery
  67. Las lágrimas de Shiva, César Mallorquí
  68.    Mi planta de naranja lima, José Mauro de Vasconcelos
  69. Los incursores, Mary Norton 
  70. Los niños de Bullerbyn, Astrid Lindgren
  71.  Vencejos y amazonas, Arthur Ransome
  72.  El aula voladora, Erich Kästner
  73.  Los patines de plata, Mary Mapes Dodge
  74.  El jardín secreto, Frances Hodgson Burnett
  75.  El águila de la novena región, Rosemary Sutcliff
  76. Los tres mosqueteros, Alexandre Dumas 
  77.  Un mago de Terramar, Ursula K. Le Guin
  78.  Recuerdos entomológicos, Jean Henri Fabre
  79.  El largo invierno, Laura Ingalls Wilder
  80.  El pequeño lord, Frances Hodgson Burnet
  81.  Las aventuras de Sherlock Holmes, Arthur Conan Doyle
  82.  Alicia en el país de las maravillas, Lewis Carroll
  83.  La pequeña biblioteca, Eleanor Farjeon
  84.  Nueve cuentos y uno más, Karel Čapek
  85.  Robinson Crusoe, Daniel Defoe
  86.  El hobbit, J. R. R. Tolkien
  87.  Viaje al oeste, Wu Cheng'en
  88.  Las aventuras de Cebolleta, Gianni Rodari
  89.  La isla del tesoro, Robert Louis Stevenson
  90.  El viento en los sauces, Kenneth Grahame
  91.  El caballito jorobado, Pyotr Pavlovich Yershov
  92.  El caballito blanco, Elizabeth Goudge
  93.  La rosa y el anillo, William Makepeace Thackeray
  94.  Ivan el imbécil, León Tolstói
  95.  Los viajes del Doctor Dolittle, Hugh Loft
  96. El día que se perdió la cordura, Javier Castillo   
  97. Matilda, Roald Dahl
  98. Charlie y la fábrica de chocolate, Roald Dahl
  99. Las crónicas de Narnia, C.S. Lewis