“Esta novela es café para muy cafeteros”. Así se expresaba uno de los participantes en la tertulia sobre “El entenado” que celebramos el mes pasado. La expresión resume mi opinión sobre esta extraordinaria novela. Es una novela para quienes no van a la novela exclusivamente a que un historia interesante los arrastre, los entretenga, sino para aquellos degustadores de la forma literaria que leen y releen un párrafo deslumbrados por los hallazgos verbales del autor. Y es que el castellano de Saer es de una belleza y una riqueza que te dejan pegada a la silla. He leído esta novela sin dejar de darle las gracias a Saer por escribir en castellano reivindicando en cada línea que esa es la lengua de Cervantes.
No es esa la única maravilla de la novela. Saer nos interpela sobre la forma de ver el mundo, sobre la forma de estar y ser en él. El protagonista es un grumete de una expedición española al Río de la Plata que, a principios del siglo XVI, es capturado por una tribu india.. El muchacho no entiende por qué escapa al destino de todos sus compañeros capturados, que es ser devorados en un banquete. Esta con los indios diez años y asiste como espectador a la vida cotidiana y a los rituales de canibalismo y orgías de la tribu sin juzgarlos. Saer reta al lector occidental a no hacer intervenir de inmediato sus prejuicios y no juzgar a la tribu. Le reta, en definitiva, a ver desde dentro a la tribu como intenta hacer el grumete sin éxito. El protagonista, ya muy anciano, rememora aquellos años y nos narra los posteriores a su vuelta a España. Con una fina ironía, nos plantea la pregunta de si “nuestra tribu” vista desde fuera no parecerá tan incomprensible y condenable como la de esos indios del Río de la Plata. La novela está recorrida por preguntas de calado existencial y filosófico sobre el ser, la realidad, la desaparición, la muerte, la nada… No entiendo cómo este autor es tan poco conocido en España, cuando está a la altura de Borges y Cortázar. ¡Ojalá se animen a leer esta obra!